El inicio del curso político en Castilla y León está siendo mucho más movido de lo habitual. Un enfrentamiento a cara de perro entre los socios de gobierno ha desatado una tormenta política de imprevisibles consecuencias.
En los mentideros políticos ayer se hablaba de un casi seguro adelanto electoral como salida inmediata a la situación, siempre y cuando el PSOE no se adelante con la presentación de una moción de censura, que esta vez si podría tener viabilidad y llevar a Tudanca a la presidencia de la Junta de Castilla y León.
Dicha moción de censura no se podría presentar antes de marzo de 2022 por que ya se presentó una en marzo de 2021, que resultó un fiasco para el PSOE y dejó en estado vegetativo a Tudanca, pero esta vez, teniendo en cuenta los 35 procuradores socialistas, más a tránsfuga de Cs y los dos de Podemos, requerirían de solo tres apoyos de los 10 que tiene la formación naranja en las Cortes para lanzar al estrellato a Tudanca y mandar a la oposición al PP.
Por ello, la herramienta que le queda al PP de Castilla y León para evitar semejante situación es, o bien dejar bien atado sus apoyos en Cs y resto de procuradores regionalistas, o bien, a la mínima duda que se genere, adelantar las elecciones como hizo Ayuso en Madrid y esperar a ver que deparan los resultados.
Desde la formación naranja, el vicepresidente de la Junta Francisco Igea, pese al desconcierto de ver y enterarse en el mismo pleno del rejonazo que le espetaron desde el PP votando junto al PSOE cargarse su ley sanitaria, aseguró que «¿La alternativa de convocar elecciones es sensata, saldrá un mejor Gobierno? Yo creo que no. La gente está harta de este tipo de política. No somos partidarios de la inestabilidad. El presidente ha dado su palabra y yo le creo«.
Iremos viendo como transcurren los próximos plenos, los apoyos con los que cuente Mañueco en el día y las diferentes declaraciones de los diferentes protagonistas para hacernos una idea de por donde pueden ir los tiros, continuidad o elecciones, pero llegar a marzo de 2022 sin tener las ideas claras, sería un suicidio político para Mañueco.