Desde hace años reclamo que las autoridades y profesionales analicen las investigaciones por crímenes, violaciones, catástrofes, atentados.

Análisis crítico

Las instituciones internacionales tienen que funcionar y dejar de ser nidos de burócratas muy bien pagados viviendo su realidad de espaldas a sus ciudadanos -Bibiana Aído, ONU-Mujeres, 100.000 euros/año más dietas, gastos y viajes con otros 700 españoles de distinta ideología-, deberían haber evitado esta y otras muchas guerras hoy existentes.

Análisis crítico
Guerra y crisis humanitaria, en el siglo veintiuno. Algo no funciona en la humanidad.

Desde hace años reclamo que las autoridades y profesionales analicen las investigaciones por crímenes, violaciones, catástrofes, atentados etc., porque es la única forma de detectar errores y evitarlos en el futuro. Accidente de Spanair en Barajas, 154 muertos el 20 de agosto de 2008, falló la coordinación de los servicios de emergencia y tardaron una hora en llegar. En el crimen de Manuela Chavero, el niño de Almería (“Pescaito”), Diana Quer o en robos como el del Códice Calixtino en la catedral de Santiago, entre otros, existieron lagunas que deberían conocerse y corregirse. Se trata de saber qué se hizo, qué no y por qué (registros, inspecciones, seguimientos…) para ser más eficaces.

Con la invasión de Ucrania ordenada por Putin procedería que los líderes políticos y las instituciones realizaran un análisis crítico de cómo se ha llegado a esto en el siglo XXI en Europa: bombardeos, muertes, hambre, frio, ciudades destruidas… brutalidades que deberían estar erradicadas de la humanidad. Tras la II Guerra Mundial nacieron dos bloques que habían combatido juntos contra el nazismo y se crearon instituciones internacionales que, si funcionaran, si no fueran nidos de burócratas muy bien pagados viviendo su realidad de espaldas a sus ciudadanos -Bibiana Aído, ONU-Mujeres, 100.000 euros/año más dietas, gastos y viajes con otros 700 españoles de distinta ideología-, deberían haber evitado esta y otras muchas guerras hoy existentes (66).

El análisis crítico debe hacerse sobre las instituciones que rigen los destinos de la humanidad, empezando por la ONU, OMS, FMI, bancos centrales, gobiernos, fondos de inversión y otros organismos públicos y privados, cada día más desprestigiados y con más poder sin control. Si no pueden hacer frente a cualquier dictador que, como Putin, decida una guerra provocando muerte y destrucción, no sirven. Análisis crítico para saber qué pasó, por qué y cómo evitarlo en el futuro. Hay mucho que analizar: Siria, Yemen, Libia, Afganistán, Palestina, Irak, Yugoslavia, Somalia, Corea, Camboya, Ucrania… La ONU acoge igual a una dictadura sangrienta que a una democracia y ahí se produce el primer fallo del sistema porque no era ese el espíritu con el que se crearon esos organismos internacionales tras la II Guerra Mundial.

Putin pudo tener razón en su contencioso con la OTAN, en expansión desde que cayó el Pacto de Varsovia de la URSS acercándose cada vez más a las fronteras rusas. Hay que recordar la crisis de los misiles de 1962 de EEUU con Cuba para aplicar los mismos criterios de seguridad en todos los países. Putin perdió la razón cuando decidió invadir Ucrania. Su reputación le acompaña; tiene demasiadas zonas opacas en su trayectoria (muerte de opositores y periodistas por envenenamiento o disparos, atentados sin esclarecer, guerras en Chechenia, Crimea o Donbás) y ahora, criminal de guerra en Ucrania. Las instituciones deberían imponer la legalidad internacional impidiendo las guerras, con la ONU decidiendo por mayoría cualificada y sin derecho a veto. Quien no lo acepte debería quedar aislado económicamente en los mercados, y si fuera necesario, militarmente con cascos azules de la ONU. El capitalismo y la riqueza utilizados como herramienta a favor de la ciudadanía y las democracias.

Esta guerra en Ucrania debería ser la espoleta para cambiar las instituciones internacionales y hacer un mundo más seguro, con democracias reales y ciudadanía con derechos para ricos y pobres, iguales hombres y mujeres, negros y blancos, ateos y creyentes, heterosexuales o gais… no sometidos a ningún dictador ideológico, religioso o de doctrina sectaria (pensamiento único talibán). Si existieran más Zelenski, héroe con familia que lo acompaña en su destino, y menos Putin, un villano, esos cambios llegarían. ¿Llegarán?

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