Hablar por hablar.
Es verdad que el político comunista tiene una habilidad innata, la de tocar las narices a todos los sectores que pertenecen a su ámbito competencial.
Nadie se muestra satisfecho con sus ‘brillantes’ gestiones.
Un día se levanta de la cama y carga contra las casas de apuestas. A renglón seguido eleva el tono y también fulmina de un plumazo la publicidad de esas empresas de pronósticos deportivos de las camisetas y publicidad estática de los equipos deportivos así como de los medios de comunicación.
Después le toca el turno a los amantes de la bollería, de las hamburguesas y de los refrescos con gas. No solo condena su consumo, sino que además les somete a un estacazo impositivo.
Pero, a buen seguro, su intervención más legendaria se dio durante el crudo invierno de este 2022 cuando decidió que era una excelente idea salir a tarifar contra la carne española.
Todo a cuenta de la existencia de macrogranjas en España que, a juicio del responsable de Consumo, acaban por llevar hasta los mercados un producto de dudosa calidad.
Posiblemente, como le ha pasado a otros políticos españoles, el de Izquierda Unida, ahora devorado por Podemos, hizo esas manifestaciones acusatorias con la esperanza de que al ser a un medio extranjero nadie en España iba a enterarse.
Craso error.
VERBORREA MINISTERIAL
Las declaraciones acabaron llegando y conociéndose con todo lujo de detalles en España. Pero lo peor es que también dieron la vuelta al mundo y, lo que es peor, a los países que tradicionalmente confían en la carne española.
El responsable de Consumo soltó ‘perlas cultivadas’ como estas:
Comer menos carne jugará un papel clave en ayudar a España a mitigar los efectos de la emergencia climática. Hay que cambiar los hábitos de alimentación, especialmente limitando la carne de res criada en las megagranjas industriales. La gente sabe el papel que juegan los gases de efecto invernadero pero tienden a vincularlo con los automóviles o el transporte.
Recientemente se ha empezado a observar el impacto de la cadena de consumo animal, especialmente, de la carne, si no actuamos, no sólo nos enfrentaremos al cambio climático sino a la triple crisis: pérdida de la biodiversidad, contaminación y cambio climático.
Sería el fin de un país como España que depende tanto del turismo, visitar un desierto no es tan atractivo como visitar la Costa del Sol. Lo que no es sostenible son las megagranjas, que contaminan el suelo y el agua y exportan carne de mala calidad de animales maltratados.
El resultado de la ‘patujada’ verbal de Garzón, evidentemente, demoledor.
Los compradores de otras naciones echaron el freno en el mes de enero a la hora de confiar en el sector cárnico español y las exportaciones cayeron nada más y nada menos que un 25%.
Según los datos a los que ha tenido accedo Okdiario, la preocupación en el sector es más que evidente.
El último informe de exportaciones ganaderas del Ministerio de Agricultura, correspondiente a enero de 2022, las exportaciones totales de carne cayeron un 25% en comparación con diciembre de 2021.
Un dato que, si se compara con el mismo mes de 2021, es decir enero, resulta todavía más agorero: en enero del año anterior se exportaron 211.895 toneladas de carne, frente a las 158.908 de 2022.
Y es que además ningún tipo de carne se ha librado de las caídas: las exportaciones de porcino se han reducido un 27%, hasta las 142.790 toneladas, y las de oveja, un 29%.
