Los ciudadanos hablaron en las urnas el 13F y el veredicto fue nítido y cristalino. La sociedad castellano y leonesa apostó de forma evidente por las formaciones del centro-derecha, pese a quien pese, aunque la progresía patria no parece querer enterarse y a la primera de cambio, en la primera ocasión que han tenido, se han reunido para llevar a cabo un aquelarre de la extrema izquierda y de la extrema-extrema izquierda para firmar un «manifiesto» que no tiene ni el más mínimo sentido común, puesto que el Gobierno, lo único que ha llevado a cabo hasta ahora, es poner encima de la mesa un paquete económico, que ayudará al ciudadano a sobrellevar la crisis en la que nos han metido los «abajofirmantes» con la ruina de gestión que desde que llegaron a lomos de la moción de censura, con toda la rémora separata, comunista, bilduetarra y golpedeestadista, que están dejando España hecha añicos.
Los mismos sindicatos que velan por que no se estudie el castellano en Cataluña, que se están llenando las alforjas de dinero público a base de subvenciones «a tutiplén», que apoyan a los presos etarras y que se lo llevan crudo del Fogasa, son los que vienen a generar una «alerta antifascista» a un Gobierno que todavía no ha echado a andar y que lo primero que ha hecho es hacer la vida más fácil a los ciudadanos.
El portavoz de Podemos en las Cortes de Castilla y León señaló que, «frente a esa Castilla y León que quiere provocar un recorte en derechos y libertades, existe otra Castilla y León que quiere acuerdos y busca consensos», olvidándose de que él, es el portavoz nacional de un partido dentro del Gobierno de España, en el que el consenso se lo pasan por el arco del triunfo, un Gobierno que no habló durante casi dos años con el jefe de la oposición, un Gobierno en los que los acuerdos brillan por su ausencia y que lo poco que aprueban, lo aprueban por el artículo 33/14 y por Decreto, y que se ha convertido en el Gobierno de la OCDE que peor ha gestionado la crisis del COVID y que peor está gestionando la crisis de Ucrania… en definitiva, un desbarajuste total de Gobierno.