Hace ya una semana nos ha “dejado” un hombre de bien, honra del periodismo auténtico, soberbio ser humano y ejemplo de dignidad y ética para generaciones presentes y futuras. Pero, como decía mi amigo Julio Martínez, existe una puerta más allá de la muerte, ya que las almas escalan el cielo o se arrastran hacia pozos turbios, según pesen sus acciones en vida, por eso José Luis Balbín Meana estará siempre muy vivo, pleno de luz y gloria. Se adelantó a los tiempos y creó un precedente de la Marca España, La Clave, que se constituyó en pieza imprescindible en el engranaje del cambio de la sociedad, la reforma política y la reconciliación de los españoles.
Divulgó la cultura de forma innovadora y con un talento sin límites, todo un referente en la Transición democrática, englobando a todos los actores, públicos y privados, con coraje y creatividad. Como ejemplo de pluralidad política estuvieron representados en su programa (AP, UCD, PSOE, PCE, CiU, PNV, entre otros muchos). Nunca le asustaron los retos y siempre defendió con uñas y dientes la libertad de expresión, hoy tan denostada, tanto en la televisión como en la radio. Siempre con mesura, con un análisis racional, ahora muchas veces desterrado en esas tertulias de charlatanes, verduleras y gañanes que la mayoría de las veces emiten juicios sin la más mínima imparcialidad y objetividad de la que deben hacer gala los medios de comunicación, pero, claro, la pela es la pela de la que se benefician las redes clientelares.
No voy a referirme a su biografía, ya reconocida y resaltada por muchos medios, como una figura imprescindible, un referente de la mejor comunicación, información y debate, ejerciendo un periodismo de verdad, con información precisa y contrastada. Como decía Javier Redondo: “Balbín moderaba: templaba, ajustaba y arreglaba; evitaba el exceso. No era un jefe de pista. En La Clave no había ruido. Su pipa es la Transición, concordia y sosiego; no división, populismo”.
El 15 de febrero de 1.985 tuve la inmensa fortuna de ser uno de los invitados a su programa en directo, cuya audiencia era millonaria a pesar de emitirse la noche de los viernes. Ese día tocaba debatir en la tertulia sobre la policía, como contertulios estaban, el Ex ministro del Interior Rodolfo Martín Villa, el magistrado Joaquín Navarro, el fiscal José María Mena, el abogado Joaquín Ruiz-Giménez y Modesto García, secretario general de la USP. En mis intervenciones, como presidente nacional del SPP, realicé una defensa a ultranza del carácter civil de la Policía y de la Guardia Civil, defendiendo su desmilitarización y su necesario sindicalismo. Días más tarde me defenestraron, pero no me arrepiento. Tenía el derecho, también el deber, de defender públicamente los pilares básicos de una Policía Civil en un Estado de Derecho, exigiendo al Ministerio del Interior que acelerara los proyectos de cambio. Algún día, no muy lejano, escribiré ampliamente sobre la realidad de entonces. Balbín siempre me defendió pública y privadamente. Meses más tarde se canceló también su programa, después de diferentes retiradas o suspensiones. Fue purgado por ejercer la libertad de expresión e independencia, ya que nunca consintió ser un peón del Gobierno, aunque después siguió cosechando numerosos galardones.
Como decía al inicio, por toda tu trayectoria siempre estarás muy vivo. Siempre nos quedará tu recuerdo imborrable. Siempre estarás con nosotros, los que amamos la libertad sin ambages, sin fisuras. Siempre estarás en nuestro pensamiento aunque así ofendamos a los imbéciles. Siempre te llevaremos en nuestro corazón, No te has ido, Amigo Balbín, seguirás eternamente entre nosotros.