¡Qué cuajo tienen las de Unidas Podemos!
Con todas las bestialidades que contra las mujeres ha protagonizado Pablo Iglesias y resulta que solo se indignan con una, eso sí, reprobable novatada machista.
La historia es sencilla de entender.
Este 6 de octubre de 2022 empezó a rular por las redes sociales y por los medios de comunicación el vídeo de unos residentes en un colegio mayor de chicos en Madrid, el Elías Ahúja, profiriendo todo tipo de disparates contra las alumnas de otro centro.
Rápidamente desde Unidas Podemos quisieron politizar el asunto en cuestión:
Quizás la educación sexual les hubiera advertido que“vamos a abusar” es una amenaza parte de ese terror sexual que coloca las mujeres como objetos sexuales.
Otra cultura sexual es posible, necesaria y aprendible, una del goce y el respeto, una cultura feminista. pic.twitter.com/1OkkZlfqMC
— Ángela Rodríguez Pam ?️? ♀️ (@Pam_Angela_) October 6, 2022
Los que critican al Ministerio de Igualdad por defender la educación sexual, en el fondo temen que se acabe con esta basura ?? https://t.co/ekZPamoFEf
— Pablo Iglesias ? (@PabloIglesias) October 6, 2022
Los gritos misóginos no son una “forma de expresarse”, son violencia y buscan aterrorizar a las mujeres.
Justificarles es normalizar un discurso de odio intolerable. Por eso necesitamos educación sexual que acabe con la cultura de la violación e instituciones comprometidas. https://t.co/sQ2KSvYu4s
— Lilith Verstrynge (@MazelLilith) October 6, 2022
La derecha que identifica el avance de los derechos de las mujeres y nuestra libertad como el gran problema hoy no hace más que legitimar estas acciones y envalentonar a la cultura del terror sexual.
Educación sexual es lo que necesitan estos estudiantes de este Colegio Mayor. pic.twitter.com/dDppNdajZA
— Isabel Serra (@isaserras) October 6, 2022
Los que se echan sobre nosotras cuando hablamos de educación sexual son cómplices de esta violencia.
«Putas, salid de vuestras madrigueras, sois todas unas ninfómanas…».
Así comienzan el curso los alumnos del Colegio Mayor Elías Ahuja en Madrid.https://t.co/7HXEhUS2ut
— PODEMOS (@PODEMOS) October 6, 2022
Los episodios machistas de Iglesias
Y como el episodio de los ataques contra Mariló Montero está más que manido, aquí recordamos otros cinco momentos en los que Iglesias sacó su cara más patriarcal e incluso de gañán supremo:
- La tarjeta del móvil de Dina Bousselham: El vicepresidente mantuvo, entre 5 y 36 meses, en su control la tarjeta del móvil de Dina Bousselham, donde había conversaciones personales e imágenes íntimas de su exasesora. ¿El motivo?, para “protegerla”, según admitió el vicepresidente segundo.
- El guiño a una tertuliana: Sucedió con Pilar Gómez (La Razón). En plena tertulia política en ‘Al Rojo Vivo’, el líder de Podemos le guiñó un ojo a la periodista y esta no se anduvo con rodeos: «A mí personalmente no me gusta que me guiñen el ojo ¿lo puedo decir o no? Pues sí, me ofende, al igual que a él le ofende que yo le trate de tú o de usted, a mí no me gusta. Me molesta que en un debate político me guiñen un ojo».
- Elogio venenoso a la vestimenta de una periodista: En una rueda de prensa en el Congreso, Pablo Iglesias intento burlarse de la periodista Ana Romero, quien le había preguntado si su decepcionante resultado electoral afectaba a sus intenciones de pacto de Gobierno. «¡Qué bonito abrigo de piel llevas!», se limitó a declarar el dirigente podemita, mientras sus compinches y la propia Irene Montero sonreían como lelos .
- Ofrece su despacho para un encuentro sexual: Iglesias tampoco dudó en ofrecerse como ‘celestino’ para que un diputado suyo, Miguel Vila, tuviera un ‘affaire’ sexual con la popular Andrea Levy. Fue durante la investidura fallida de Pedro Sánchez cuando el líder podemita manifestó que Levy «se calienta» con el diputado de su partido Miguel Vila y aseguró que ofrecía su despacho para que «ambos se conozcan mejor».
- Se dirigía a las alumnos por su aspecto físico: En su época de profesor en la Universidad Complutense de Madrid se dirigía a sus alumnas por sus rasgos físicos, mientras que a los chicos les llamaba por su nombre. Así, las chicas podían ser «rubita» o incluso «gordita».