La policía española recibe una formación legionaria donde lo más importante es la obediencia ciega al mando por encima de cualquier ley. 

La policía de Marlaska.

La policía española destaca sobre otras democráticas en dos cosas: es la que más vulneración sistemática de derechos civiles de los ciudadanos provoca, y es la que más arriesga su vida por esos mismos ciudadanos en situaciones de riesgo.

La policía de Marlaska.
Reforma en formación y en de las FSE, los derechos de los ciudadanos son los primero.

La ciudadanía tiene derecho a manifestarse como lleva haciendo un mes en Ferraz desde que se anunció la amnistía a los golpistas independentistas de Cataluña. Medios de comunicación, influencer, políticos, periodistas, ciudadanos… llaman a los policías que actúan en Ferraz policías de Marlaska. La mayoría de los policías  en activo no han sido seleccionados ni formados por Marlaska sino por sus antecesores, ministros con Rajoy, Zapatero, Aznar o Felipe González y todos han recibido la misma formación.

En 1988 se elaboraba un plan de selección y formación cambiando los parámetros vigentes hasta entonces, en líneas generales heredados del régimen anterior, pero Corcuera mandó parar. Quería policías altos, fuertes y obedientes porque para pensar ya estaban los mandos. Los policías españoles están formados para ser obedientes a las órdenes recibidas sin cuestionar nunca las mismas. Ordene lo que ordene el mando hay que obedecer. Guardias civiles dispararon botes de humo y pelotas de goma por orden de su capitán contra inmigrantes que trataban de llegar a la costa a nado, vulnerando todas las leyes nacionales e internacionales porque una orden, según la formación recibida, anula las leyes.

Ocurre con los derechos civiles. Los policías están formados en que el principio de autoridad lo llevan con su condición, no necesitan un hecho objetivo para activarlo y a capricho pueden identificar, cachear o sancionar a cualquier ciudadano por su aspecto, color de piel, porque necesite cubrir su ratio de identificaciones o porque su deformación mental le hace sentirse importante en ese acto. Los mandos, exigiendo identificaciones masivas indiscriminadas para rellenar sus inútiles estadísticas fomentan la vulneración de derechos civiles de la ciudadanía.

En 1993, el Tribunal Constitucional resolvió que no se puede acceder al domicilio de ningún ciudadano sin una autorización judicial salvo que exista riesgo para la vida o integridad de alguna persona (provocando la dimisión de Corcuera), y que las identificaciones a los ciudadanos exigen un hecho objetivo que las motive, porque de lo contrario esa orden de identificación vulnera sus derechos civiles. En democracias consolidadas, que un policía no te importune por la calle exigiendo que te identifiques es el primero de un amplio catálogo de derechos que aquí están subordinados a la decisión del policía por propia iniciativa o cumpliendo órdenes de sus mandos. Dice la Comisión de Venecia del Consejo de Europa en su última reunión que los mandos deberían controlar que no se hagan identificaciones caprichosas. No saben que aquí son los mandos quienes las ordenan. También dice que las sanciones administrativas son abusivas; se han sacado del Código Penal determinadas infracciones que eran moduladas por el juez y que ahora, con multas de miles de euros, te las impone la administración convertida en juez y parte originando indefensión a la ciudadanía. Menos derechos y sin garantías de defensa.

La policía española recibe una formación legionaria donde lo más importante es la obediencia ciega al mando por encima de cualquier ley. No existe un procedimiento regulado para oponerse a cumplir una orden ilegal y en la situación actual hacerlo puede suponer un expediente de expulsión dependiendo del asunto en que se produzca la negativa. Algunos excesos vistos en Ferraz se han producido en la policía siempre, al menos en los 44 años que conozco; apoyar la ley “mordaza” que convierte en lacayos sin derechos a toda la ciudadanía y criticar los abusos de Ferraz es no haberse enterado de nada. Los malos profesionales abusan desde la impunidad con esa ley y los buenos se ven obligados por órdenes del mando a llevar a cabo identificaciones arbitrarias y por ello ilegales.

La policía española destaca sobre otras democráticas en dos cosas: es la que más vulneración sistemática de derechos civiles de los ciudadanos provoca, y es la que más arriesga su vida por esos mismos ciudadanos en situaciones de riesgo. Si una persona está en un coche o en su vivienda en llamas, en el mar o en una situación de riesgo para su vida, de todas las policías del mundo los más predispuestos a arriesgar su vida por salvarlo es la española. Son los mismos que actúan en Ferraz, que no hacen nada que no se lleve haciendo desde que existen las UIP. Un sistema que permite conceder medallas rojas o de plata pensionadas a los mandos por su obediencia política, mientras los policías que se juegan la vida (y para los que se crearon esas condecoraciones) no las reciben no debería mantenerse. Que el valor fundamental sea la obediencia y no el respeto a las leyes y los derechos humanos, civiles, políticos… no es propio de una policía en democracia.

En Ferraz ha habido algunos abusos evidentes y una respuesta necesaria a manifestantes violentos. No es la policía de Marlaska distinta ni peor que la que ha existido con el PP porque es la misma; el error en su formación y dirección profesional colapsa con la ley “Mordaza”, que concede al policía potestades sin control como a policías en una dictadura y la ciudadanía queda rebajada a la condición de lacayos. Una norma avalada por los sindicatos policiales, por el PP, VOX y por otros que ahora se quejan del  comportamiento policial que siempre han apoyado cuando recaía sobre otros. En Ferraz, además de algún palo o empujón de más, el abuso más evidente ha sido el uso de gases que hace muchos años no se utilizaban.

La policía está politizada. Cuando hay un conflicto en la calle, el mando que dirige la fuerza debe tener claro que aunque sea una manifestación no solicitada, si no hay agresión a la fuerza pública ni daños al mobiliario urbano o comercios, no es legítimo usar la fuerza debiendo limitarse a tomar la identidad a quienes la encabezan y a canalizar su recorrido o limitar el espacio que ocupan para facilitar la movilidad urbana. El delegado del Gobierno no puede ordenar desde su despacho una carga ni nada distinto a lo que decida el responsable policial del operativo y si lo hace, es una orden ilegal que debe ser desobedecida.

La policía de Marlaska es la misma que la de Zoido, Fernández Díaz, Camacho, Rubalcaba, Alonso, Acebes, Mayor Oreja, Belloch, Corcuera, Asunción, Barrionuevo, Rosón o Martín Villa. Solo cambiando los criterios de selección, la formación y la organización interna y operativa se podrá mejorar su funcionamiento. Hoy se siguen quedando ciudades sin protección porque los policías son enviados a proteger eventos políticos. Mientras, crece el número de mujeres asesinadas por terrorismo machista, VioGen es una pantomima, los homicidios y los delitos sexuales con penetración crecen el 12,3% en el tercer trimestre y más allá de los necesarios cambios en la ley mordaza (no los que plantean los independentistas), nadie se plantea un análisis crítico de la actuación de las fuerzas de seguridad, su organización y despliegue para mejorar la seguridad de la población, aunque el crecimiento de la criminalidad se produce más por lagunas legales que por ineficacia policial.

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