La Moncloa en vilo por las negociaciones con Junts

Sánchez, angustiado ante la amenaza de filtraciones sobre sus ‘tiernos’ mensajes con Puigdemont

El temor a que se publiquen mensajes comprometedores entre Sánchez, Cerdán y Puigdemont sacude al Gobierno en plena tormenta política

Sánchez, angustiado ante la amenaza de filtraciones sobre sus 'tiernos' mensajes con Puigdemont

No le cabe un cacahuete a martillazos.

La política española vive días de alta tensión y no es para menos: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se muestra visiblemente inquieto ante la posibilidad de que salgan a la luz mensajes privados que intercambió con Santos Cerdán sobre Carles Puigdemont durante las negociaciones para su investidura y el pacto de la amnistía.

En un contexto donde los escándalos y filtraciones parecen ser moneda corriente, el jefe del Ejecutivo teme que la publicación de estos mensajes —o peor aún, de audios— pueda detonar una crisis institucional de dimensiones incalculables.

En los mentideros políticos de Madrid se habla abiertamente del nerviosismo que reina en el entorno presidencial.

El motivo principal: las grabaciones acumuladas por Koldo, el portero de puticlub que colocaron de consejero en Renfe y que les grababa a todos.

Koldo habría grabado numerosas conversaciones con Santos Cerdán y otros altos cargos del PSOE, sin que estos fueran conscientes, lo que añade un elemento explosivo a la situación.

Mensajes y audios: la amenaza más temida

No es la primera vez que el Gobierno del marido de Begoña se ve amenazado por filtraciones comprometedoras. El precedente más cercano es el caso de los WhatsApps entre Sánchez y Ábalos sobre Air Europa, episodio que ya dejó heridas abiertas.

Ahora, el temor es mucho mayor: los mensajes y audios podrían contener detalles sobre las cesiones pactadas con Puigdemont a cambio del apoyo imprescindible de Junts per Catalunya en la investidura. Siete escaños que valen un gobierno entero.

Aunque fuentes consultadas descartan que los contenidos puedan ser calificados como delictivos, sí advierten de declaraciones “poco edificantes” y promesas políticamente difíciles de justificar ante la opinión pública.

Entre ellas, concesiones para asegurar el apoyo parlamentario catalán y otros acuerdos delicados alcanzados en viajes a Waterloo —la residencia belga del prófugo Puigdemont— en los que participaron incluso figuras históricas del socialismo como José Luis Rodríguez Zapatero.

Santos Cerdán: el negociador en la sombra

En este tablero político, Santos Cerdán emerge como el principal interlocutor entre La Moncloa y el independentismo catalán. Sus idas y venidas a Bruselas, especialmente en los últimos compases del año pasado, resultaron decisivas para sellar el polémico acuerdo con Junts. Un pacto que incluía la ley de amnistía para los encausados por el procés (2012-2023), asumiendo parte del relato independentista e introduciendo fórmulas insólitas como la verificación internacional de lo pactado.

Las negociaciones no solo giraron en torno a la investidura. El documento firmado abordaba cuestiones tan espinosas como la cesión total de los tributos catalanes, una reforma profunda del sistema financiero autonómico y hasta referencias al “conflicto histórico” entre Cataluña y España. Todo ello mientras Junts presionaba para lograr un referéndum de autodeterminación —una línea roja inasumible para buena parte del PSOE— y los socialistas respondían defendiendo el despliegue íntegro del Estatut de 2006.

La llamada sorpresa y el papel central de Puigdemont

En medio de esta partida de ajedrez, Sánchez decidió sorprender a propios y extraños convocando al entonces presidente catalán a La Moncloa. Una maniobra inesperada con la que pretendía tranquilizar a sus socios e informarles personalmente sobre el estado real de las negociaciones. Sin embargo, lejos de disipar dudas, la jugada aumentó las suspicacias sobre hasta dónde estaba dispuesto a ceder el Ejecutivo socialista.

Mientras tanto, Puigdemont, siempre hábil en las maniobras políticas desde su exilio belga, optó recientemente por desaparecer del foco mediático. Fuentes cercanas aseguran que aguarda a un nuevo interlocutor o una nueva oferta para reafirmar su apoyo —vital— al Gobierno Sánchez. La estrategia del silencio parece buscar dos objetivos: aumentar su valor como socio imprescindible e incrementar la presión sobre una Moncloa cada vez más necesitada de estabilidad parlamentaria.

Las consecuencias políticas: ¿puede tambalearse la legislatura?

La publicación de estos mensajes supondría un golpe demoledor para el ya maltrecho crédito político del Gobierno. Aunque oficialmente se niega cualquier irregularidad penal, lo cierto es que una revelación detallada sobre las contrapartidas aceptadas podría alimentar las críticas internas (y externas) al líder socialista. No faltan voces dentro del propio PSOE preocupadas por esta deriva; algunos barones han expresado en privado su hastío ante lo que consideran una “hipoteca catalana” perpetua.

El nerviosismo no solo afecta al entorno presidencial: Yolanda Díaz, líder de Sumar y socia clave en la coalición gubernamental, ha solicitado un “reseteo” institucional y exige un nuevo marco político para evitar males mayores. Sin embargo, ni dimisiones ni moción de confianza están sobre la mesa; nadie quiere arriesgarse a provocar elecciones anticipadas en este contexto tan volátil.

Puigdemont desaparecido: ¿estrategia o desgaste?

El silencio estratégico de Puigdemont añade incertidumbre al panorama nacional. Mientras Junts niega avances significativos pero mantiene abiertas todas las puertas, desde La Moncloa se intenta restablecer canales discretos —incluido un “comité de crisis”— para no perder pie ante posibles nuevas exigencias independentistas. El gran escollo ahora mismo son las competencias migratorias: Junts pide todo; Moncloa ofrece un modelo compartido inspirado en Baviera pero evita cruzar líneas rojas constitucionales.

El ex president sabe jugar sus cartas: cada ausencia pública refuerza su imagen como árbitro supremo del futuro gobierno central español. Mientras tanto, en Cataluña crece la impaciencia empresarial ante tanta inestabilidad negociadora —no faltan presiones desde entidades económicas para buscar pactos imposibles entre PSC y Junts— aunque Puigdemont mantiene su negativa rotunda a facilitar acuerdos si no hay garantías plenas para sus exigencias.

Curiosidades y datos llamativos

  • El propio Santos Cerdán reconoció tras estallar el escándalo que desconocía estar siendo grabado durante sus encuentros con Koldo García; una lección amarga sobre seguridad interna.
  • En las negociaciones por la amnistía participaron figuras históricas socialistas como José Luis Rodríguez Zapatero, quien viajó personalmente a Waterloo.
  • Los mensajes filtrados entre Sánchez y Ábalos sobre Air Europa ya provocaron anteriormente tensiones internas; ahora el riesgo político es mucho mayor.
  • Desde Bruselas, Puigdemont sigue moviendo ficha sin comparecer ante los medios; su estrategia parece clara: cuanto mayor sea su silencio, mayor será su capacidad de presión.
  • La creación express de un “comité de crisis” en Moncloa para gestionar las exigencias independentistas recuerda más a una serie dramática que a una administración tradicional.

En definitiva, mientras Pedro Sánchez mira con desvelo su móvil esperando que ningún mensaje salga a flote antes de tiempo, España entera asiste expectante al próximo giro argumental —y puede que ni los mejores guionistas hubieran imaginado este thriller político donde cada audio puede cambiar el destino del país.

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