Como en el 36.
Guerracivilismo.
El Congreso de los Diputados ha vuelto a ser escenario de maniobras, discursos y gestos que evidencian la gravedad del momento que atraviesa la izquierda española.
En la última sesión, Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), se ha erigido en protagonista inesperado al lanzar un mensaje que ha resonado como una campana en la Cámara Baja: “O juntos o nos matan por separado”.
Esta frase, que evoca ecos de resistencia de otros tiempos, no es solo una advertencia; es una suerte de SOS que reconoce el negro horizonte electoral que se cierne sobre las fuerzas que han sostenido al Pedro Sánchez más tambaleante de los últimos años.
La política española vive un momento de extrema volatilidad. El desgaste del Gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar es evidente. Los últimos sondeos, lejos de tranquilizar a los estrategas socialistas, muestran un descenso de casi tres puntos porcentuales para el PSOE en apenas un mes, otorgando al Partido Popular su mayor ventaja desde las últimas elecciones. La derecha y la extrema derecha capitalizan el descontento, mientras las izquierdas periféricas, tradicionalmente aliadas en la geometría variable del Congreso, ven cómo la posibilidad de reeditar pactos se desvanece ante la fragmentación y el desencanto.
El “Frente Popular 2.0”: ¿utopía o necesidad?
La propuesta de Rufián de construir un “Frente Popular 2.0” no es una mera ocurrencia. Responde a una lógica de supervivencia política, ante el hundimiento progresivo del sanchismo. “Admito un futuro negro electoral para las fuerzas que apoyan a Pedro Sánchez”, ha confesado el propio portavoz de ERC, apelando a la necesidad de “un espacio común” que permita a las izquierdas mantener cierta capacidad de influencia. La frase, tan gráfica como lapidaria, resume el sentir de muchos diputados de la izquierda: la división solo conduce al desastre.
No es casualidad que el eco de aquel Frente Popular de 1936 resuene en la Cámara. Si entonces fue la respuesta al avance de las derechas y la amenaza autoritaria, hoy el contexto no es menos inquietante. La extrema derecha de Vox y la derecha clásica del PP de Alberto Núñez Feijóo avanzan posiciones, mientras la izquierda se enreda en luchas internas y debates identitarios.
Yolanda Díaz en el punto de mira: “A la izquierda del PSOE no hay nada”
Pero si alguien ha salido especialmente malparada de este terremoto ha sido Yolanda Díaz. La líder de Sumar, que hace apenas un año era la esperanza blanca de la izquierda alternativa, ha visto cómo su espacio político se desinfla a velocidad de vértigo. El propio Rufián lo ha sentenciado sin ambages: “A la izquierda del PSOE no hay nada”. La frase, lejos de ser un dardo aislado, pone en cuestión la viabilidad de cualquier proyecto que no pase por la confluencia bajo el paraguas socialista.
La paradoja es cruel: la vicepresidenta segunda, que en su día supo tejer alianzas y presentarse como rostro amable del Gobierno, ahora es vista como un escollo para la unidad. Los guiños a la transversalidad y la “política de los cuidados” han chocado con la realidad de la aritmética parlamentaria y el voto útil, cada vez más escorado hacia los bloques tradicionales.
El desgaste del sanchismo y la urgencia de reinvención
El sanchismo, entendido como la marca personal y política de Pedro Sánchez, atraviesa su momento más crítico. A los escándalos de corrupción y las tensiones con socios nacionalistas y periféricos, se suma la percepción de agotamiento de un ciclo. La reciente reforma legal que obliga a publicar todos los microdatos de los sondeos es solo un síntoma del nerviosismo que se ha instalado en la calle Ferraz. El Ejecutivo, consciente de la amenaza, ha apelado a la “unidad de la izquierda” como única tabla de salvación.
La estrategia, sin embargo, choca con la realidad de una izquierda fragmentada, donde cada sigla parece aspirar a la hegemonía sin renunciar a sus esencias. El “frente común” que reclama Rufián se enfrenta a resistencias internas y a un electorado cada vez más desmovilizado. El recuerdo de la moción de censura de 2018, que llevó al PSOE al poder con el apoyo de Podemos y los nacionalistas, parece hoy tan lejano como improbable de reeditar.
¿Hay vida a la izquierda del PSOE?
La frase de Rufián sobre el vacío a la izquierda del PSOE es, en el fondo, un diagnóstico demoledor. El espacio que en su día ocuparon Podemos, Izquierda Unida o Sumar se ha ido diluyendo, víctima de disputas internas, personalismos y la incapacidad de conectar con las demandas sociales más allá de la retórica. Los analistas advierten: forzar la unidad sin resolver antes estas fracturas puede ser tan letal como la dispersión actual.
En este contexto, la propuesta de un “Frente Popular 2.0” es tanto una llamada a la movilización como un acto de desesperación. La izquierda, si quiere sobrevivir, deberá reinventarse, aprender de sus errores y, sobre todo, encontrar un relato que ilusiona a una ciudadanía cada vez más escéptica.
Datos curiosos y pinceladas del debate
- Gabriel Rufián se ha consolidado como uno de los oradores más ingeniosos y seguidos del hemiciclo, capaz de arrancar tanto carcajadas como titulares demoledores.
- El recuerdo del Frente Popular de 1936 sigue siendo un tabú para amplios sectores de la política española, aunque su evocación resulta útil en momentos de crisis aguda.
- En los pasillos del Congreso, más de un diputado recordaba estos días aquel “milagro” de la reforma laboral, salvada en 2022 por un error de votación del PP, que evitó la primera gran crisis de la coalición de izquierdas.
- El propio Pedro Sánchez ha demostrado ser tan versátil en el uso del drama parlamentario como en el sarcasmo, alternando lágrimas y bromas según la ocasión.
- El espacio a la izquierda del PSOE, según los últimos barómetros, no supera el 12% de intención de voto, un dato que explica el pesimismo que reina entre los aliados del Gobierno.
¿Se confirmará el “Frente Popular 2.0” o asistiremos al canto del cisne de la izquierda española tal y como la conocíamos? El próximo curso político promete más giros de guion que una serie de Netflix.
