La consulta, el hecho propio, está hoy en todos los periódicos y noticiarios europeos asociada a la palabra «independencia», con un eco infinitamente superior a su importancia objetiva
Aunque las cifras reflejan que el independentismo no es mayoritario en Cataluña, un montón de municipios catalanes ha votado ilegalmente mientras Zapatero sonríe para que creamos que todo está bajo el control de su frívola inepcia. Los grandes vencedores de la jornada han sido ERC y CiU, los verdaderos promotores de la consulta-farsa que les ha permitido consumar sus propósitos trasmitiendo la percepción de que hay un camino hacia la independencia.
Los editoriales de los principales diarios españoles coinciden en que el sainete electoral de la jornada de ayer será rentabilizado por el separatismo catalán más allá de que ayer en algunos municipios hayan votado más africanos que catalanes. Lo increíble de este tremendo disparate es la complicidad del PSC, que ha apoyado activamente la celebración de la consulta en muchos pueblos. Para vergüenza del PSOE, al menos 18 de las 166 localidades están gobernadas por los socialistas.
La displicencia de Zapatero es lo que señala el editorial de ABC titulado «Zapatero, quien siembra vientos…»:
- Con o sin Estatuto, los nacionalistas siguen propiciando la inestabilidad de España, pero respecto de la etapa de Aznar hay actualmente una diferencia esencial: el Gobierno de Rodríguez Zapatero es ahora un cooperador necesario, por acción y por omisión, de esta operación de derribo del Estado y la Constitución en Cataluña.
- Después de haber promovido innecesarios procesos de reforma estatutaria, haber infiltrado con el Estatuto catalán un modelo confederal que vulnera la Constitución y haber legitimado con pactos y reparto de poder a los más rancios separatismos, el resultado es que no pasa día sin que el Estado reciba una nueva amenaza nacionalista.
Nada de esto sería posible si al frente del Gobierno estuviera alguien que no fuera prisionero de sus dogmatismos ideológicos. La claudicación de Zapatero es lo que también resalta Ignacio Camacho en su columna titulada «La secesión virtual» en ABC donde puntualiza que sin esa condición de rehén con que el PSC se ha envuelto a sí mismo -siempre bajo la anuencia de un Zapatero proclive al pacto con ERC-, episodios como el multirreferéndum de ayer no pasarían de una chusca parodia.
- Que no otra cosa es si se atiende a sus resultados; pero a sus convocantes lo que les importa es la consulta en sí, no su balance. Y la consulta, el hecho propio, está hoy en todos los periódicos y noticiarios europeos asociada a la palabra «independencia», con un eco infinitamente superior a su importancia objetiva gracias al beneplácito silencioso de un poder que no ha tenido agallas para desautorizar el simulacro. Oficialmente por miedo a acentuar su repercusión; en realidad por incapacidad práctica de contradecir a quienes sostienen a Zapatero y a Montilla en sus respectivas poltronas.
LA ESTRATEGIA CATALANA
La estrategia soberanista, a la que ERC y sus adláteres tipo Joan Laporta -remarca han arrastrado al resto de la dirigencia catalana, pasa por el fomento de la incomodidad o desafección en un doble sentido: de lo catalán hacia lo español y a la inversa. Esta última dirección, es decir, el cabreo españolista, resulta fundamental para los intereses del secesionismo, empeñado en crear un estado de independencia psicológica que algunos expertos denominan «la secesión ligera» según el modelo de la Padania italiana.
Y cuenta con la complicidad pasiva o directa del único partido que, por su posicionamiento central en la sociedad catalana y su hegemonía en la española, podría frenar en seco este proceso delirante y extraviado.
¿Qué pasará en el futuro? «Dentro de poco, veremos a toda Cataluña votando, y votando «sí», porque contra el subidón nacionalista no hay razones, ni argumentos, ni «seny» que valga. Puede que muchos se queden en casa. Pero a votar «no» se atreverán muy pocos, por temor a la exclusión social e incluso a la agresión física. Ya oyeron al ex alcalde de Calella: «Tenemos el enemigo dentro de casa. A los del PP habría que matarlos». Cuando el tigre nacionalista se despereza, no hay quien lo pare», escribe José María Carrascal en ABC – «Cataluña y los talibanes».