Cuando acabó la de ese año, Zapatero anunció que la de 2008 trataría sobre el cambio climático y decidió crear no sé cuántas comisiones
La cumbre autonómica reunida -por fin- el Senado ha servido, sobre todo, para cambiar de sitio el abeto de navidad de la Cámara Alta e inútil.
¿Para alguna cosa más? Pues no, sólo lo previsible en una reunión a la que cada uno llega con lo puesto, sin saber muy bien qué va a pasar, para qué llega exactamente y con quién se va a encontrar porque hasta muy ultima hora ni se sabía si la vicepresidenta segunda iba a ser llamada por el boss ZP con el fin de que le acompañase e semejante trance.
El PP dio por fracasada la Conferencia de Presidentes antes incluso de que finalizas.
Feijóo y Sanz -dejando en mal lugar a Manuel Chaves- afirmaron que el Gobierno ZP no había presentado ninguna medida concreta y se había limitado a convocar la cita para hacerse la foto:
«Estamos amargados y aburridos»
A ver; estas cosas no funcionan así. Uno puede imitar en lo formal las reuniones de la Onu o de la UE y poner a los ayudantes detrás de los titulares, pero la forma, ay, no llena nada.
A una reunión de este tipo hay que ir con los deberes estudiados y, a ser posible, hechos, para lo cual hace falta, sobre todo, que haya deberes previos.
Aquí no. Aquí van llegando todos y -unos y otros- no tanto como presidentes de una comunidad sino más bien aleccionados ya en Ferraz y Génova, como barones de partidos.
Y, llegado el momento, cada uno dice lo que buenamente se le ocurre, reivindica lo que le parece bien y apoya o desautoriza a quien le apetece.
Luego sube otro y hace otro tanto y así se pasan las horas divagando sobre generalidades o entrando en detalles nimios. Da igual, a fin de cuentas no va a pasar nada.
En la cumbre de presidentes autonómicos sólo cree el abeto del Senado porque lo llevan de acá para allá. Pero del abeto abajo, ninguno.
Y si no ya me dirán cómo se explica que ZP, que prometió en su momento celebrar una al año, lleve sin convocarla desde 2007.
Cuando acabó la de ese año, anunció que la de 2008 trataría sobre el cambio climático y decidió crear no sé cuántas comisiones que estudiarían no sé cuántas cosas. Pues ni cambio climático, ni comisiones ni nada de nada.
No pasó nada. No hubo ni cumbre. Pasó un año y nadie se acordó de la citar a los señores presidentes. Ahora el tema va de la famosa ley de economía sostenible de la que sólo se sabe que es una demasía o redundancia viciosa de palabras -o más sencillamente: bobada- ya que por su propia naturaleza nadie puede proponerse hacer una economía insostenible.
En resumen, que vaya tres días que llevamos: los sindicatos en plan autocomplaciente con ellos mismos, los independentistas catalanes encantados de de alcanzar un 30 por ciento en sus macroencuestas con trampa y los presidentes autonómicos reunidos sin motivo aparente.
Y mientras, el país helado de frío y paro y el abeto del Senado a la espera de ocupar su lugar cuando acaben los fastos. Es lo que hay.