De General Asensio a Capitán Salom, Palma borra las huellas del franquismo

De General Asensio a Capitán Salom, Palma borra las huellas del franquismo
. Agencia EFE

Palma ha experimentado más de un centenar de cambios importantes con motivo de la aplicación de la llamada Ley de Memoria Histórica, desde la sustitución del nombre de la base General Asensio por Jaume II o de la calle Capitán Salom por Alfonso el Magnánimo, a la retirada de monumentos y otros símbolos.

Los palmesanos tendrán que acostumbrarse a los cambios de las denominaciones de 99 calles y plazas de la ciudad por parte del Ayuntamiento como también a la retirada de símbolos preconstitucionales de los cuarteles acometida por la Comandancia de Baleares o a la aparición de nuevas placas que recuerdan a presos y víctimas de la Guerra Civil.

Los cambios de todas esas calles en los tres años que van de legislatura han supuesto que el Ayuntamiento de Palma haya colocado 453 placas con los nuevos nombres.

En su revisión de la toponimia, el Ayuntamiento ha empezado por las calles cuya denominación franquista fue impuesta el 2 de mayo de 1942, pero admite que no da por concluido el proceso.

En cuanto a la simbología, tanto el antiguo cuartel de automóviles de Son Simonet como el acuartelamiento de las Avenidas lucían hasta hace pocos días los escudos anteriores a la Constitución de 1978, con la leyenda «Una grande y libre» y otros atributos característicos, pero ya han sido retirados.

Ambos reposan ahora en el almacén al aire libre del Museo Militar San Carlos, uno de ellos apoyado en una pared y con los restos de pintura que alguien lanzó contra la piedra hace tiempo, y el otro, de más de tres metros de altura, rodeado de maleza.

El cronista de la ciudad, Tomeu Bestard, señala que quizá de todos los cambios que se han producido en Palma a raíz de la aplicación de la Ley de Memoria histórica, el más significativo sea la retirada de la Cruz de los Caídos que estaba frente a la catedral, precisamente por estar situada «en un epicentro turístico».

Según Bestard, «llamaba mucho la atención al estar ubicado al final de la escalinata» y a pesar de que la lápida que explicaba la razón de ser del monumento «estaba borradísima y no se leía nada».

Otros cambios han pasado prácticamente desapercibidos, como la retirada del monolito dedicado a los «Jinetes de Alcalá», que se encontraba en la Plaza Porta de Santa Catalina, «oculto entre los pinos», y del que «los propios vecinos desconocían que estaba dedicado a los jinetes de Alcalá» porque no había ningún texto al respecto.

Pero no todo han sido huellas borradas. El Ayuntamiento ha llevado a cabo también varias actuaciones conmemorativas como la colocación de una placa en el Bosque de Bellver en recuerdo de los prisioneros que construyeron la carretera militar de acceso al polvorín, otra en recuerdo de los presos, y una mas en Can Sales, en memoria de la prisión de mujeres.

Se han celebrado varios «actos de reparación a las víctimas del franquismo» y se ha creado el Premio Emilio Darder a la Convivencia y el Civismo.

Aunque la mayoría de los cambios se han llevado a cabo con discreción, el monumento en memoria de las víctimas del crucero «Baleares» en el parque de Sa Feixina ha generado una agria polémica que todavía perdura.

El Ayuntamiento optó por «contextualizar» la pieza escultórica, suprimiendo de ella el escudo preconstitucional y el texto conmemorativo que decía «Mallorca a los héroes del crucero Baleares, gloria a la marina nacional». La Asociación Memoria de Mallorca se opone a esta decisión y reclama la retirada total del monumento.

Marçal Isern, uno de los vocales de la asociación, explica que «contextualizar un monumento fascista pude dar a entender que los crímenes fascistas se pueden ‘contextualizar’ y eso es sencillamente inaceptable».

Isern recuerda el «esfuerzo pedagógico bestial» que ha hecho la asociación para dar a conocer «el alcance de los monumentos y la toponimia fascista» que estaban presentes en la ciudad, de los que señala que todavía quedan algunos.

El Ayuntamiento de Palma admite que de las 38 propuestas presentadas a principios de legislatura por la asociación, se han incorporado 23, en torno a un 60 por ciento del total.

Desde la asociación, Isern cita cuestiones pendientes «como los monumentos funerarios del cementerio de Palma dedicados a los fascistas italianos o el de los caídos del ejército del aire» o varias calles como las dedicadas a Joan Estelrich o Llorenç Villalonga.

Ha habido cambios significativos como el de la Plaza Caudillo que vuelve a llamarse Son Castelló, o las quince calles dedicadas a distintos alférez y que ahora lucen otros nombres. Aún así, Isern advierte de que «la lucha por los símbolos sigue en marcha» en Palma, mientras todavía queden algunos cargados de significado.

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