Con toda probabilidad, el Parlamento de Cataluña prohibirá las corridas de toros

Una prohibición que tiene toda la doblez de la hipocresía

¿Intervendrá Zapatero para detener esta espiral de irracionalidad? Pueden ustedes apostar que no

Con toda probabilidad, el Parlamento de Cataluña prohibirá hoy las corridas de toros en el ámbito de su comunidad autónoma. Frente a tal acto de arbitrariedad del poder político, frente al desafuero histórico de des- arraigar las corridas de toros del territorio catalán, La Gaceta, hoy más que nunca, muestra su apoyo a la Fiesta Nacional, en solidaridad con todos los catalanes que aman la tauromaquia y con aquellos otros que, como mínimo, aman lo suficiente su libertad y la libertad de todos como para indignarse por el atropello cometido por una clase política que ha optado por el interven- cionismo más inicuo.

Los socialistas y nacionalistas abandonan así, paradójicamente, uno de sus viejos mitos sesentayochistas, aquel que respetaba las opciones del individuo conforme al eslogan de “prohibido prohibir”. ahora, con la abolición de la Fiesta, esos mismos socialistas y nacionalistas reactivan otro rasgo implícito en ellos: el tic totalitario de intervenir en las actividades privadas –incluso en las de mero disfrute personal– de sus administrados, en línea con injerencias en la autonomía individual como los abusos de la ley Antitabaco, la finalmente suspendida cruzada contra el vino o las batallas, en menos- cabo de la autoridad paterna, contra bollos y refrescos.

No hay ninguna casualidad en que una clase política como la catalana, la más corrupta de España y una de las más ineficientes, abandone los legítimos fines y las necesidades más acuciantes    de la actividad política –el paro creciente, la deslocalización de empresas en Cataluña, etc.- para hacer- se fuerte con gestos artificiosos de propaganda centrados en lo aparentemente accesorio. Pero ocurre que los recortes de libertades no son nunca accesorios, y el Parlamento va a legislar contra los toros aunque sea a costa de muchas cosas. a costa de la voluntad de sus ciudadanos, pues la iniciativa legislativa contra los toros reunió menos de doscientas mil firmas.

A costa, también, de la raigambre histórica de una fiesta que, como reconocen los prohibicio- nistas, tiene en Cataluña antiquísimo arraigo y popularidad. a costa del precio que la abolición tendrá sobre el contribuyente, cifrado en cientos de millones de euros. a costa del oprobio moral de haber legislado contra los toros en el Parlament, pero nunca contra los anuncios de prostitución en la prensa. No se puede soslayar la lectura de guerra cultural que han hecho nacionalistas y socialistas a propósito de la prohibición de los toros. Es una prohibición que tiene toda la doblez de la hipocresía: si es por sufrimiento animal, nos preguntamos si prohibirá también los correbous y otros entretenimientos taurinos que, con los toros al agua o con la cornamenta en llamas, también implican el dolor del toro.

Así, en el fondo, lo que se quiere es, en primer lugar, reputar como bárbara esa Fiesta Nacional que ha despertado la admiración de algunos de los mejores artistas de todos los tiempos –por lo que tan bárbara no será– y, en segundo lugar, situar artificialmente a Cataluña en oposición al gran magma de la cultura hispánica.

En definitiva, muchos diputados nacio- nalistas y socialistas fingen hoy votar contra las corridas de toros y en realidad votan la independencia sentimental y cultural. Para vergüenza de los prohibicionistas, a partir de hoy los catalanes tendrán que ejercer su libertad de ver la lidia como en otros tiempos menos democráticos, cuando tenían que ejercer su libertad de ver algunas películas en esos antiguos condados catalanes de Francia donde, por cierto, tanto éxito tiene la tauromaquia. ¿Intervendrá Zapatero para detener esta espiral de irracionalidad? Pueden ustedes apostar que no.

Editorial de La Gaceta.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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