El lehendakari, Patxi López, ha afirmado que la convivencia en Euskadi debe partir de la «integración a todos», pero no podrá construirse «si borramos medio siglo de dolor sin una mínima autocrítica por parte de quienes han ejercido la violencia y de quienes la han acompañado en ese camino». Asimismo, ha defendido que la «verdad» sobre los asesinatos de ETA no se puede intentar ocultar con «circunloquios» como el hablar «de todo tipo de violencia», con el fin de «abrir rendijas por las que dejar entrar la justificación de la estrategia totalitaria».
López se ha referido en estos términos durante la clausura de la Conferencia Internacional sobre ‘Víctimas del Terrorismo’ que se celebra, desde el pasado miércoles cuando tuvo lugar una ofrenda floral en memoria de este colectivo, en San Sebastián.
Este acto ha contado también con la intervención Manuel Lezertua, director de asuntos jurídicos y derecho internacional público del Consejo de Europa, Ricardo Domínguez, jefe de Gabinete de la Organización de Estados Americanos OEA y Juan Antonio Yáñez Barnuevo, secretario de Estado de Asuntos Exteriores e Iberoamericanos del Ministerio de Asuntos Exteriores.
El lehendakari ha defendido la memoria de las víctimas del terrorismo sobre la que construir «un país decente», ya que el relato sobre la violencia de ETA debe escribirse «desde la verdad», ya que de lo contrario «nunca» se acabará con la «gran mentira sobre la que se construyeron un millar de muertes».
De este modo, ha señalado que «no puede ser» que se hable de «expresiones del conflicto, de refugiados políticos, de todo tipo de violencia» o de «víctimas de los dos lados», es decir que se recurra a «circunloquios», para intentar «ocultar la verdad de los asesinatos y minimizar el daño causado, abriendo rendijas por las que dejar entrar la justificación de la estrategia totalitaria» de la banda terrorista.
En este sentido, ha destacado que «hay que señalar el lugar donde se cometieron los crímenes, llamar asesino al asesino, no adjetivar la muerte, ni contextualizar el crimen», de ahí la importancia de reivindicar la memoria de las víctimas, lo cual el Ejecutivo vasco está llevando a cabo a través de la iniciativa ‘Mapa de la memoria’ y, en breve, con el Centro Nacional de la Memoria.
López ha destacado que las víctimas «son y deben seguir siendo memoria del drama vivido» y el «pilar sobre el que levantar nuestra convivencia futura» y no les corresponde la «responsabilidad» de «emitir una sentencia», ni tampoco de «decidir si perdona o no al victimario». A su juicio, «arrojar sobre sus espaldas el peso de esa decisión supone casi tanto como volver a atentar» contra ellas.
El lehendakari ha lamentado que en los últimos días se han sufrido en Euskadi «amenazas» y se han visto hechos que demuestran que todavía «hay quien ejerce una violencia intolerable» y que a la izquierda abertzale le queda «camino por recorrer».
Tras calificar de «inaceptable» la mera existencia de ETA ha reclamado verdad, justicia y democracia para no olvidar lo ocurrido, construir una convivencia en libertad y reparar el daño causado por los más de 800 atentados perpetrados por la banda terrorista que está «a las puertas de su final», que ha esperado se dé «más pronto que tarde».
ESPERANZA Y COOPERACION
Por su parte, Domínguez ha mostrado su «sentido recuerdo» a todas las víctimas del terrorismo y ha lanzado un mensaje de «esperanza hacia el futuro», alabando al mismo tiempo la «cooperación» entre países en materia de lucha contra el terrorismo que aún presenta «espacios de mejora que deben ser desarrollados».
Lezertua también ha destacado la importancia de la memoria de las víctimas del terrorismo y la «solidaridad» con las mismas y Yáñez ha opinado que aún queda «mucho por hacer» en el marco multilateral y universal en materia de lucha contra el terrorismo y apoyo a las víctimas.
Además, ha propuesto la elaboración de un Estatuto internacional de víctimas del terrorismo y ha mostrado su deseo de que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas elabore un catálogo de los derechos de las víctimas que contemple «aspectos básicos» como el derecho a la justicia, la verdad y la memoria, así como pautas que guíen a los Estados en esta materia.
