El crupier del Estado tiene que cortar la locura autonómica

Las 114 embajaditas autonómicas en todo el mundo cuestan 150 millones de euros al año

Cataluña tiene delegaciones en solitario en El Cairo, Singapur y Sidney

Un repaso por el mapa de embajadas autonómicas españolas por el mundo se convierte en un viacrucis visual. La frivolidad autonómica le pesa, como una cruz, a cualquier español que recorra ese via crucis extendido por todo el mapamundi en el que los «emperadorcillos» periféricos se han empeñado en poner sus respectivas picas en Flandes dispersos por todo el planeta.

Estos locos, estos «nuevos ricos» que han brotado como los hongos en el caldo de cultivo de las autonomías, han participado con absoluta frivolidad y estulticia humana a la crucifixión colectiva de los españoles en El Calvario de la crisis.

Son, con escasas excepciones que confirman la regla, señoras y señores que generalmente han disfrutado de la oportunidad de pasar por la Universidad, pero que dejan serias dudas de que la Universidad haya pasado por ellos. Frikis vestidos de Prada o de Armani, que han convertido el poder, los coches oficiales, los eventos, las apariciones públicas, las sedes oficiales, las VISA, las comitivas, las iniciativas, la parafernalia, en una patética ceremonia de la confusión hortera y pretenciosa.

Radiografía de una locura autonómica

En la pista dramática de esta excursión paleontológica de vestigios por el mundo de Comunidades Autónomas fosilizadas, con apenas tres decenas de años de existencia, le ha puesto a Periodista Digital un inquieto Fiscal y novelista, cuyo nombre se oculta por respeto a su intimidad, cuando puso la prueba de cargo sobre la mesa de una tertulia.

La radiografía es espeluznante. De Los Ángeles a Sydney, de Sao Paulo a Jhoanesburgo, de Nueva York a Tokyo, pasando por El Cairo, Hong Kong, Casablanca, Nueva Delhi, Moscú, Praga, Tianjin y cualquier lugar que se les pueda ocurrir a los lectores, por inverosímil que les parezca, los virreyes autonómicos, en sucesivos arrebatos globalizadores, han montado más chiringuitos en el mundo que sedes del Instituto Cervantes diseminadas en el Exterior.

¿Tienen competencias las Comunidades Autónomas en Asuntos Exteriores? Ninguna. ¿Se cortan un pelo por ese insignificante contratiempo de naturaleza Constitucional? En absoluto. 114 «embajaditas», 8 en África, 23 en Asia, 31 en América y 51 en Europa, conforman un nuevo número para añadir en los tratados de aritmética modernos: «los números de los primos» (no confundir con los tradicionales números primos) (link)

Los números de los primos están formados por los gastos suntuosos e inútiles autonómicos que han ido aflorando al paso del Tsunami de la crisis. Las cifras que se manejan en coches oficiales, en facturas de combustible, en muebles para recintos oficiales, en pompas prescindibles, en asesores que sobran, en clientelismos que huelen, en Valedores del pueblo, Tribunales Superiores de Justicia, organismos duplicados en 17 pedazos del Estado español. Sobran, por supuesto parlamentarios autonómicos, diputados provinciales, concejales y demás excedentes que consumen salarios, dietas, gastos de representación y de viajes y una pasta gansa que hay que multiplicar siempre por 17.

47 millones de primos y Pilar Rahola

El disgusto se lo van a llevar ustedes cuando comprueben el origen del descubrimiento de éste nuevo concepto aritmético: número proviene etimológicamente del latín «numerus» y expresa cantidad referida comparativamente a la unidad. Pero «primos» proviene de ciudadano español y expresa especie humana que se está enterando de que lleva un horror «haciendo el primo»

¿Saben ustedes cuánto cuesta al año el mantenimiento de las 114 «embajaditas»? Unos 150 millones de euros. Cataluña, por ejemplo, donde vive Pilar Rahola maldiciendo el AVE a Galicia como paradigma del despilfarro: «entiendo que los alemanes nos miren por estas barbaridades», mantiene abiertas 23 delegaciones por el ancho mundo. Es la única cuyos tentáculos llegan en solitario a lugares tan exóticos como Singapur, Sydney o El Cairo. ¿Podría entender la señora Rahola que eso le parezca una barbaridad a los alemanes?

Se acabaron los cuentos; que se hagan las cuentas

La locura autonómica se ha ido de madre. En vez de Presidentes y Presidentas responsables, el Estado ha permitido cuentos de príncipes y princesas y cuentas en estado ruinoso. Es evidente que se han mirado en el propio espejo de una serie de gobiernos centrales de frikis, horteras y nuevos ricos a cuenta de los españoles, y que Madrid debe empezar a predicar con el ejemplo con un tijeretazo del desmadre político, parlamentario e institucional que acabe marcando un antes y un después en la historia de España.

Pero, con las Comunidades Autónomas, jugando a los estaditos, a los estadistas, a los diplomáticos a crédito, y dejando insondables agujeros negros para sucesivas generaciones, hay que echarle de una puñetera vez un par de huevos.

Con todos los respetos para la historia y las historias de Cataluña, del País Vasco, de Galicia y de las comunidades que se han ido apuntando a la fiesta, no se puede dejar sin país, sin Estado, sin esperanza, sin futuro, sin historia, a 47 millones de españoles y sus descendientes.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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