Uno de los secretos mejor guardados de España es la atracción fatal que siempre han producido las plazas a los españoles. La de Oriente se llenaba hasta hace cuatro décadas de antepasados que vibraban ante un hilillo de voz que siempre acababa sus discursos con dos palabras que enardecían a las masas: ¡arriba España! Y empezaban a levantarse brazos a los cielos de Madrid, como en un sincronizado movimiento de gimnasia sueca, y acaba resonando el cara al sol, aunque la historia llevase décadas amenazada por nubarrones negros.
Las plazas les ponen a los españoles, como a los británicos los dichosos parques donde montan sus picnic, vuelan sus cometas, se desahogan los indignados en los Speakers´Corner o digieren a Joyce intentando encontrar la Ítaca, en eterno paradero desconocido, de su Ulyses.
Va a resultar muy difícil escribir la historia de España sin hacer referencia a sus plazas. Sin La Puerta del Sol, a ver cómo les explicamos a las próximas generaciones el movimiento del 15-M. Sin Canaletas, resulta imposible describir por qué el Barça se ha convertido en «algo más que un club». Sin la Cibeles, sería inútil intentar describir cómo llegó el Real Madrid a convertirse en un símbolo del nacionalismo español, como antídoto contra el nacionalismo vasco o el nacionalismo catalán. Sin Neptuno, el dios de un mar sociológico por el que lleva años navegando a la deriva la afición colchonera, sería imposible comprender esa oferta nacional de dos «madris» por uno, de medio Madrid que muere, Liga tras Liga, del otro medio, con alguna que otra resurrección de vez en cuando.
Las plazas de los «encantados»
Las plazas son escaparates de España. El único lugar en el que, un indignado por el paro, por los recortes, por la democracia irreal, por la impunidad de los banqueros, por el poco pan del que se dispone para tanto chorizo, puede convertirse en décimas de segundo en un «encantado» por un resultado de fútbol, por un campeonato de Liga, por un trofeo que, por una vez, supone un superávit en la vitrina del equipo de sus amores.
La plaza de Cuatro Caminos se convirtió el pasado domingo en el paradigma de éxtasis colectivo de A Coruña. España se mantenía seriamente amenazada por el descenso a la segunda división de Europa, pero el Depor había ascendido a Primera. Trece de cada cien coruñeses seguían en el paro, pero ¿qué importan esas minucias ante el ascenso del Deportivo al reino de los cielos del fútbol? Al día siguiente, en la Plaza de María Pita, seguía la fiesta en una ciudad de una Comunidad Autónoma que sólo puede aspirar a una derrota por la mínima, dentro de un Estado que corre el riesgo de perder por goleada.
¡Es increíble como una bola tan pequeña puede provocar un eclipse total de la gran bola del mundo! Suena el pitido de un árbitro, en un ínfimo pedazo de Tierra de 100×70 metros, y el planeta se desvanece, sus 7 mil millones de habitantes se esfuman, sus millones de desgracias personales se diluyen, la prima de riesgo es una anécdota sin importancia, los recortes en Sanidad y Educación chorradas de políticos y reseñas de relleno para periódicos que reservan las cabeceras de sus primeras páginas para destacar lo importante y desdeñar lo urgente: ¡El Depor en Primera!
Y ya se prepara otra plaza en Galicia, la de Traviesas en Vigo, para competir con la plaza de Tahir en una peculiar primavera celtarra. Y todavía queda la esperanza de la Eurocopa 2012, son sus mil y una plazas de Tahir a la expectativa.
La peculiar primavera española
El mundo debe estar ciego si todavía no se ha puesto a estudiar la trascendencia de la «primavera española»: la dimisión de Guardiola, la investidura de Mourinho, la elección de Tito Vilanova, si continuará el Sarkocysmo del Barça o se impondrá el Hollandismo del Madrid, si el fútbol español apostará por el control del déficit o por el crecimiento, si seguirá una Liga de dos velocidades o se impondrá una Liga de cohesión, solidaridad y reparto equitativo de derechos de televisión.
España en plena eclosión de la primavera futbolística, y Rajoy y Rubalcaba discutiendo insignificancias sobre reestructuración bancaria, De Guindos asfixiado entre los cuentos y las cuentas de Bankia, la Bolsa intentado competir con su clasificación del IBEX, cuando ni siquiera está cerrada la clasificación de la División de Plata. Venga medidas, venga viernes de recortes, venga quejíos de Méndez y Toxo, venga réplicas y contra replicas entre las dos Sorayas…
¿No saben que Alonso va primero en Fórmula uno, que Nadal empieza su singladura en Roland Garrós, que el Depor ha subido, que el Celta está a punto, que los Del Bosque boys están en capilla, que…?
¡En qué estarán pensando estos chicos!