Muchos piden la cabeza de Oscar López pero, de momento, su jefe lo ha salvado
Escribe Rodrigo Pinedo en ‘La Razón’ que los políticos son muy dados a colgarse medallas cuando algo sale bien, pero, cuando las cosas no salen según lo previsto, intentan cargar la responsabilidad sobre otros.
Ejemplo de ello es la moción de censura de Ponferrada, anunciada el pasado 25 de febrero y consumada hace cinco días, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer.
Los socialistas de la capital berciana, que cuenta con casi 70.000 habitantes, alcanzaron un pacto con Independientes Agrupados de Ponferrada (IAP) para sumar los ocho y los cinco concejales con los que cuentan, respectivamente, y así arrebatar la Alcaldía al PP, que gobernaba en minoría con doce concejales.
La operación podría haber pasado por una de las tantas que salpican la vida municipal española, pero presentaba una particularidad: tras IAP se encuentra Ismael Álvarez, el ex alcalde de la localidad condenado por acoso sexual, que en su día fue duramente criticado por los socialistas.
La versión oficial de la dirección del PSOE es que su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, no conocía la operación y que fue el secretario de Organización de la formación, Óscar López, el que dio el visto bueno a la moción de censura.
Cuando ésta prosperó, muchos dirigentes socialistas, como la ex ministra Carme Chacón, pusieron el grito en el cielo.
El número tres de los socialistas exculpó a Rubalcaba y entonó el mea culpa, al reconocer que había aceptado la operación por la posibilidad de que Ismael Álvarez abandonase la política, ya que su renuncia era una de las condiciones del acuerdo sellado con IAP.
No obstante, parece complicado que, durante los once días que transcurrieron entre el anuncio del pacto y la consumación de la moción de censura, el líder del PSOE no se enterara de nada.
Aparte de que muchos medios, incluido éste, se hicieron eco del asunto, numerosos militantes socialistas empezaron a mostrar su descontento con la operación.
El 28 de febrero de 2013 la Comisión Ejecutiva Municipal del partido en León incluso hizo público un comunicado en el que denunciaba el pacto porque, en palabras del secretario general de la agrupación, éste «sobrepasaba la línea roja de la ética del Partido Socialista» al ir contra sus ideales y, sobre todo, contra su «defensa histórica de la mujer».
En esta línea, un grupo de mujeres vinculadas a la formación elaboraron el manifiesto «Tolerancia cero es cero», en el que criticaban duramente «la decisión de presentar una moción de censura sustentada en el voto de un condenado sexual».
En pocos días, el texto sumó algo más de 360 adhesiones y, en vista de su éxito, los firmantes decidieron enviar una copia del mismo a los órganos de dirección del partido, tanto autonómicos como nacionales.
‘La Razón’ ha tenido acceso a los correos enviados el pasado 6 de marzo a altos cargos socialistas como el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba; el presidente, José Antonio Griñán; la vicesecretaria, Elena Valenciano, o la secretaria de Igualdad, Purificación Causapié.
En ellos, al igual que en los enviados a dirigentes regionales como Julio Villarrubia, los impulsores de «Tolerancia cero es tolerancia cero» lamentaban la falta de debate y condenaban la moción.
Lo más llamativo es que la Secretaría General, la que encabeza Rubalcaba, confirmó que había recibido el e-mail y reconoció que iba a derivar el asunto a Organización.
El líder del PSOE conocía, por tanto, el caso. Eso sí, en espera de un desenlace que podía ser desastroso, decidió trasladar el asunto a Óscar López.
Como era de prever, la moción de censura se volvió en contra del PSOE y a Rubalcaba no le quedó otra que lavarse las manos.
Ahora, muchos piden la cabeza de López pero, de momento, su jefe lo ha salvado.