Escribir y publicar «Votaré NO a la secesión de Cataluña» (Ediciones B) va dirigida a los que simplemente dudan. A los que, sin haberse sentido nunca particularmente molestos por las formas y estrategias nacionalistas, sí encuentran razones para recelar de la ofensiva desatada por Artur Mas al concluir su primera legislatura.
Un proceso que ha apiñado a varios grupos: los que tradicionalmente hemos conocido como nacionalistas, los espontáneos que acaban de descubrir cuán incómodos que se sentían en España, los que nunca escondieron su carácter secesionista.
«Los catalanes tenemos mucho que perder en este proceso. Tengo ocasión de manifestarlo a menudo dada mi profesión y dada la frecuencia con que el tema se suscita. Pero además, llegado el momento de decirlo en las urnas tesitura que tengo por inexorable, votaré no. Y me atrevo a pedirle a usted que haga lo mismo, por el bien de Cataluña. A las urnas llegaremos, pero antes tenemos tiempo de rebatir punto por punto las distintas formas en que el movimiento nacionalista-secesionista prevé organizarnos el viaje»
Tal omisión no solo resultaría inútil para los catalanes que deseamos seguir siendo españoles, sino que sería del todo contraproducente, pues estaríamos regalando al contrario -en pos de un riguroso silencio metodológico que, en cualquier caso, solo correspondería al Estado mantener- toda la ventaja expositiva, argumental, pedagógica y propagandística.
TITULARES DE LA ENTREVISTA
Esta consulta no se va a plantear. Lo dijo el presidente del Gobierno y lo dijo muy en serio.
Creo que Artur Mas no se echará del todo al monte, no se echará más de lo que ya está. A su partido le conviene más comparecer en las elecciones autonómicas como una víctima del terrible Estado español que no le permite pronunciarse al pueblo español.
Esta pregunta [«¿Quiere que Cataluña sea un estado?»] es un prodigio de la magia de proximidad. Se parece a lo que hace un mago con los juegos de cartas.
El nacionalismo siempre ha tenido cierta adveración a la verdad, porque necesita la mentira para homogeneizar sociedades que son diversas.
La primera mentira es que eso sea una consulta en condiciones y que se vaya a hacer.
Cataluña no va a ser independiente salvo que lo decidiera el conjunto del pueblo español.
Los medios de comunicación públicos están actuando como herramientas de propaganda pura y dura al servicio del proyecto de Artur Mas.
Artur Mas ha excitado los ánimos, la prensa ha excitado los ánimos [con el proceso independentista].
Rajoy, o quien la suceda, no puede entrar en una negociación sobre la soberanía.
Cataluña no sería reconocida por la ONU, al salir de forma no negociada de un Estado de derecho, quedaría fuera de la Unión europea ‘sine die’ y, desde luego, no sería reconocida por ningún país del mundo.
Hay quién piensa que un arma de presión contra la deriva secesionista sería cerrar el grifo de la liquidez. Ante esto tengo muchas dudas.
Hay una concepción del sacrificio por Cataluña que consiste en hacerse rico.
Ya no existe algo que merezca el nombre de sociedad civil catalana.
Juan Carlos Girauta, Votaré no a la secesión de Cataluña. Ediciones B, 2013.