Ya se lució por estas fechas el pasado año la alcaldesa de Barcelona, que quiso emular a los nazis con «el triunfo de la luz» con el que Colau pretendía eclipsar los valores cristianos e iluminar los de origen pagano, esos mismos que la Alemania de Hitler adoptó con el fin de acabar con las fiestas religiosas, debido -entre otras cosas- a que la Navidad celebra el nacimiento de un judío.
Y es que ella es así. Y si no, basta echar un vistazo a la web de ese Consistorio donde abraza la vara -y da la vara- como si estuviera en éxtasis, que no preciamente por el espíritu que impregna en estas fechas a muchos españoles.
Y ahora vuelve a la carga, con su ‘I Feria del Consumo Responsable, de Economía Social y Solidaria’, una suerte de mercadillo navideño de mala nota que se erige en plena Plaza de Cataluña, y en donde ondean esteladas a mansalva en medio de un batiburrillo de casetas de lo más cutre, donde desde luego no tienen cabida las familias más tradicionales, que sí los zarrapastrosos de turno que buscan comprar las camisetas de la CUP que se ofertan, o los libros antisistema con el cuño de independentistas editoriales.
Esta feria tiene como objetivo
Difundir entre la ciudadanía la existencia de productos, servicios y actividades de empresas y entidades que promueven y permiten practicar un consumo responsable y de proximidad, haciendo posible, a la vez, una economía realmente social y solidaria.
por lo que, según el Ayuntamiento
Se encontrarán, proyectos, entidades y empresas que hacen y quieren hacer economía y transformación social, proponiendo un cambio del modelo socio-económico.