Salvador Sostres escribe el epitafio político de Artur Mas tras el rechazo de la CUP a su investidura. En una columna en ABC titulada ‘El primer español que lo tuvo todo’ recuerda que Mas (Barcelona, 1956) tiene la edad de sus padres, los primeros españoles que lo tuvieron todo.
Fueron frívolos e inconsistentes, entre la resistencia de nuestros abuelos y el camino arrasado y solitario que nos han dejado. Demasiado bienestar, demasiado excedente. Demasiadas carreras frente a los grises y Franco se les murió en la cama; demasiada épica de supermercado. Demasiado pecado en nombre de una libertad que nunca entendieron y siempre devaluaron. Mis padres y Mas son una sombra y se confunden entre el polvo como las figuras del fantasma. Siempre han vivido de dar lecciones y se ofenden cuando vamos a reclamárselas.
Todo lo que Artur Mas ha tocado lo ha convertido en naufragio. Con él, Convergència pasó por vez primera a la oposición, y no solo una legislatura, sino dos. De todos los catalanes que tienen dinero en Suiza, va y encontraron a su padre. Dramáticamente confundido por una manifestación, adelantó sus elecciones para hacerse con la mayoría absoluta, y en lugar de ganar los 6 diputados que le faltaban, perdió doce y se quedó en manos de Esquerra Republicana de Catalunya.
En 2014, ERC le ganó unas elecciones a Convergència -las europeas-, y eso no sucedía desde la recuperación de la democracia. Luego CiU se rompió, Mas forzó a Junqueras a la candidatura unitaria (Junts pel Sí) y además de perder 9 escaños respecto de la suma de los dos partidos en las últimas elecciones (50+21 contra 62) se quedó a un escaño de poder ser investido con la abstención de la CUP.
Después de tantas lecciones de democracia impartidas a España, y muy concretamente al presidente Rajoy, Mas no tuvo el valor de convocar el referendo secesionista que tanto prometió, perdió el «plebiscito» en el que él mismo convirtió -al modo de los caudillos- las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre, y también como los caudillos no reconoció su derrota. Ayer la CUP le aterrizó a su realidad de flautista sin ratoncillos, de demócrata de baja estofa, de líder desfigurado por su arrogancia y abandonado por la mayoría de su pueblo.