Joan Tardá es el típico político independentista que se cree que, si bien su obsesión es Cataluña, y por tanto el eje sobre el que tiene que gravitar toda su vida, lo mismo tiene que ocurrir con el resto de los humanos. Y no es el caso, aunque el de ERC no se dé cuenta.
Al portavoz de Esquerra en el Parlamento le sentaba a cuerno quemado que el cantautor Joaquín Sabina, que vende discos y llena pabellones y estadios en muchísimo mayor número que los votos que aglutina la formación de Tardá en el conjunto del Estado, declarase en El Mundo, durante una charla en la que el periodista Antonio Lucas sentaba al músico con el escritor Arturo Pérez-Reverte–Joaquín Sabina vuelve a la carga contra Pablo Iglesias y el resto de la cúpula: «De Podemos me interesan sus votantes, no sus dirigentes»–, lo siguiente respecto a Cataluña:
Llevo en mis venas gotas de sangre jacobina. Recurriré en este caso a la tradición histórica de la izquierda: ¡Vayamos al internacionalismo!»
Regresar al aldeanismo no tiene sentido, así que no siento ningún respeto por el asunto catalán
Tardá no dudó en atacar a Sabina por sus opiniones: «Ningún tipo de respeto, como los fachas. ¡Qué asco!», bramaba en su Twitter.