Demoledor artículo de Rafael Moyano en la edición de El Mundo del 15 de octubre de 2016. Habla sobre la declaración de Francisco Correa y le deja no ya a la altura del betún, sino directamente en el subsuelo.
Arranca con una declaración textual del líder de la trama Gürtel durante su larga exposición ante el juez el 13 y 14 de octubre de 2016:
«Esto es una práctica habitual del país, del sistema. Existen muchos Francisco Correa. Todo el mundo copia en los exámenes y al que le cogen le expulsan. A mí me cogieron y estoy aquí sentado en el banquillo».
Correa es, según él, una víctima, el chivo expiatorio del sistema. A él le han pillado porque llevaba un chuleta tan grande como lo es él, el chuleta que el sistema le permitió ser. El botones de hotel que acabó regalando jaguars ha declarado durante dos días con una arrogancia y altanería impropia de alguien sobre el que penden 125 años de cárcel, quizás por la seguridad que le da todo lo que no está contando: «No se pueden imaginar el subidón que tengo en este momento después de ocho horas declarando» o «cuando ustedes me dijeron el dinero que tenía en Suiza me llevé una sorpresa. Yo no estoy en el detalle».
Añade que:
Correa, el copión, al que echaron de clase y acabó en el banquillo, sabe mucho más de lo que cuenta. No porque lo supongamos, sino porque él lo explica «fuera de cámara». En sus dos días de declaración lo más que ha hecho es adornar lo que ya sabíamos. Ante el tribunal de la Audiencia Nacional ha tirado por dónde ha querido y ha dejado muchas preguntas sin respuesta, muchas incógnitas en el aire. «La relación con los políticos la tenía yo sólo. Quedaba con ellos y les daba el sobre»…
Prosigue:
¿Ha mencionado a todos los políticos con los que se relacionó? «Venía el empresario, nos daba la licitación y yo se lo pasaba a Bárcenas. Él la gestionaba con el correspondiente ministerio»… ¿Le contaba su amigo Bárcenas, el gerente de un partido, cómo conseguía las adjudicaciones irregulares? «Si teníamos éxito me daban comisión. Me quedaba una parte y otra se la daba a Bárcenas»… ¿Nunca le contó qué hacía con su parte, si se la quedaba sólo él? «Yo me pasaba el día en Génova. Era mi casa»… ¿Con quién se veía en la sede del PP? «Posiblemente en Valencia hicimos cosas irregulares con la financiación del partido»… ¿Sólo en Valencia? «No dejamos de trabajar con el PP porque entró Rajoy y se marchó Aznar»… ¿El hecho de que dejaran de contratarles fue decisión de Rajoy? Como diría el Nobel de Literatura, las respuestas, amigo mío, vuelan con el viento.
Y concluye:
Dice Correa, el copión, que de no ser por las connotaciones políticas, tras haberle pillado sólo tendrían que haberle dado un tirón de orejas y ponerle una multa. Pero te pillaron, chuleta, con una gran chuleta. Y no a todos nos pueden pillar porque, pese a lo que tú dices, los que no copiamos somos mayoría.
