Tengo aquí familia pero cada vez se me quitan más las ganas de venir
La denuncia es descacharrante, pero no hay quién se la crea. Se le podría dar el beneficio de la duda, sino fuera por la reiterativa exageración de los hechos en la que cae una y otra vez.
Una chica catalana ha subido a su canal de Youtube un vídeo donde relata los hechos que sufrió en Gijón el pasado 24 de diciembre.
Según su versión, fue «echada a patadas de un restaurante» solo por ser catalana: «Me acusaron de ser de la CUP», cuenta en la grabación–La farsante de los ‘dedos rotos’ es concejala de ERC y solo tiene una inflamación–.
Y para rematar su delirio videográfico, añade que su pesadilla continuó cuando estando en otro bar vino la malvada Policía Nacional y la empujó y zarandeó. «Se me quitan las ganas de venir aquí a pesar de que tengo familia», finaliza la susodicha–La farsante ‘vende butifarras’ de los dedos rotos se queda con una mano delante y otra detrás–.
Sin embargo, desde el restaurante El Candil la versión de los hechos dista mucho a la que ha contado esta chica, que se llama Alba Luna y es de Cornellá de Llobregat.
Según recoge el periódico La Nueva España, los responsables del establecimiento se defienden y dicen que: «fueron ustedes los que llamaron la atención a los comensales de al lado y arrojaron una copa de vino sobre ellos, montando un espectáculo lamentable».
Esta es la reproducción de la denuncia de Alba Luna, aunque recomendamos ver el vídeo adjunto porque es un testimonio imperdible:
Hoy vinimos a Gijón y fuimos a comer a un restaurante y se nos sentó al lado de la mesa unos pijos que empezaron a insultar a los catalanes.
Les hemos dicho que cambiaran de tema para tener la comida en paz y que no se nos atragantara y cuando les hemos dicho eso se han cebado.
Entonces nosotros nos hemos calentado un poco porque no tenemos por qué aguantar eso y al final se ha sumado todo el restaurante echándonos a patadas y diciéndonos que éramos de la CUP.
Pensábamos que era una anécdota. Hemos ido a otro bar y nos ha sacado la Policía Nacional y nos han empezado a hablar de malas formas y a pedir la documentación.
Me han empujado y me han agredido. Quiero que lo sepáis, no es ninguna tontería. Tengo aquí familia pero cada vez se me quitan más las ganas de venir.
Desde El Candil remachan:
Nuestro restaurante está abierto para cualquier tipo de persona con ganas de disfrutar una comida, no importa su ideología, credo o religión, solo que tenga que saber estar en una sociedad civilizada. Deseo que reflexionen sobre su comportamiento
No nos cabe ninguna duda.