El actual Barcelona da vergüenza ajena. Nos preguntamos que sentirán miles y miles aficionados azulgrana -de Cataluña y de fuera de Cataluña- ante la deriva que el club y la Junta de Bartomeu han adoptado–El ‘indepe’ de pandereta Bartomeu pone su granito de arena al esperpento de Puigdemont y se lleva todas sus empresas a Huesca–.
Se supone que cuando Bartomeu y Laporta se enfrentaron en las últimas elecciones presidenciales el primero era la opción nacionalista mientras que el segundo era claramente el candidato de los independentistas.
No había otra cosa. En la Cataluña actual ningún aspirante que se dijese ‘unionista’ podría soñar con la victoria. Pero eso es harina de otro costal.
Bartomeu se siente incómodo poniendo el club al servicio de la causa independentista, pero es débil y sabe que el terremoto secesionista se lo llevaría por delante si le planta cara.
Por eso intenta medrar, medir mucho sus palabras y navegar en aguas turbulentas sin significarse demasiado. Pero él no es un fanático convencido de la causa como Laporta.
A Bartomeu le piden la dimisión por todo, por el tremendo sopapo que el Madrid de Zidane le dio al de Luis Enrique la temporada pasada, por la marcha de Neymar, por tardar en hacer el anunci de la renovación definitiva de Messi, y, sobre todo, por no postrarse a los pies del independentismo.
Ante este panorama tan desolador y un futuro tan poco alentador, su esperanza es que el prometedor inicio de temporada ahora ya con Valverde haga olvidar las penas en la parcela deportiva.
Si los Messi y compañía siguen enchufados y los títulos vuelven al Camp Nou, el dirigente confía en agarrarse a la poltrona mientras intenta no significarse demasiado en la convulsa Cataluña que le ha tocado en suerte mientras dirige la que posiblemente sea la institución más universal de este territorio.
Durante el 1-O, Bartomeu avergonzó a propios y extraños arrodillandose a la tesis de Gerard Piqué y algunos otros que no estaban por la labor de jugar ante Las Palmas por los disturbios que decían habían sucedido durante la ‘pacífica’ votación del referéndum ilegal.
Al final aquel encuentro se jugó a puerta cerrada en una imágen insólita dado a que el dirigente le entró el pánico de acabar perdiendo 6 puntos si cedía al chantaje de Piqué, que comandaba la rebelión, y con ello su estrategia de seguir vivo gracias a la parte deportiva fuera la que acabara en el sumidero.
Sin embargo, ante la deriva totalitaria de los políticos golpistas se ha visto obligado a intentar entreveer algo de autoridad y en el partido contra los griegos de Olympiacos, con media Europa pendiente y la vigilancia de la UEFA en el cogote, se negó a que las pancartas que pedían la libertad para Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, los celebérrimos ‘Jordis’, entrasen al Camp Nou.
La ANC y los de Omniúm lo consideraron una ofensa y decidieron no atender a la invitación de asistir al palco para presenciar el partido de la Champions League.
Por ello el dirigente volvió a dar un bandazo y acudió raudo a buscar una cámara y un micrófono para mandar un mensaje conciliador al independentismo aportando cálidas palabras de apoyo a los dos detenidos.
Un mensaje que caló entre el independentismo mediático como se encargo de demostrar en el plató de ‘El Chiringuito’ la tertuliana catalana Carme Barceló–¡Lo que nos faltaba por ver! Un tertuliano francés tiene que ser el que le cuente a una defensora de ‘los Jordis’ por qué en España no hay presos políticos–.
Sin embargo, hubo un detalle que no controló. Tan centrado estaba en salvar ese match ball en un partido en el que el golpismo está dispuesto a que se juegue en cada acto o función donde aparezca en escena el Barça que cometieron el imperdonable error de no llevar a cabo un minuto de silencio en memoria de los fallecidos en Galicia o Portugal víctimas de los incendios, algo que sí ocurrió en otros campos.
En el Barça están tan ocupados con sus asuntos,pancartas…que se les ha olvidado pedir a UEFA un minuto de silencio por Galicia y Portugal.
— Matias Prats (@matias_prats) 18 de octubre de 2017
Hermann Tertsch ha mandado un cañonazo a los felones que tienen voz y voto en el club, más preocupados por protagonizar un tira y afloja que rinda al Barça ante el galope del independentismo en una carrera por conservar el sillón que de honrar la memoria de las víctimas inocentes por una tragedia. Qué pena.
Minutos de silencio en los campos por los muertos en Galicia y Portugal. Salvo en el Nou Camp. El supremacismo desprecia los muertos ajenos.
— Hermann Tertsch (@hermanntertsch) 19 de octubre de 2017