Tres horas y media de espera para que la política en Cataluña acabe hundiéndose un poco más en el fango del ridículo más absoluto.
A las 13.30 horas de este 26 de octubre de 2017 estaba programada la comparecencia de Carles Puigdemont para anunciar, supuestamente, la disolución del Parlamento catalán y convocar elecciones anticipadas. La cita se retrasó a las 14.30 y unos minutos antes era suspendida la declaración del presidente de la Generalitat hasta las 17 horas.
Y claro, el retraso tenía un motivo, que a ‘Puchi’ le temblaron las piernas ante la presión de sus socios y de los manifestantes instalados en la plaza de San Jaime y no se atrevió a convocar comicios anticipados.
El presidente de la Generalitat, en una declaración sin preguntas expuso que:
Les informo que en estas últimas horas, antes de que expire mi potestad para convocar elecciones, he considerado la posibilidad de ejercerla y convocar elecciones porque es mi potestad. Mi deber como presidente y mi responsabilidad es agotar todas las vías para encontrar una solución dialogada y pactada. Saben que he estado dispuesto a convocar estas elecciones si había garantías de normalidad. Mi deber era intentarlo e intentarlo honestamente para evitar el impacto sobre nuestras instituciones del artículo 155, algo fuera de la ley que busca erradicar el soberanismo. No acepto estas medidas por injustas y por esconder la intención vengativa de un Estado derrotado el 1-O.
Y empezó a buscar excusas de mal pagador:
No existe la intención de parar la violencia a pesar de buscar parar estas condiciones. Pero no ha habido una respuesta responsable del PP que ha aprovechado para añadir tensión en un momento que se busca dialogo.
Nadie podrá reprochar a la parte catalana ni tiene derecho a reprochar la voluntad de dialogo y de hacer política y que no he estado dispuesto a hacer sacrificios.
Y, cómo no, echó mano del tradicional victimismo:
Solo se nos presiona a nosotros y a los otros se les permite la irresponsabildad como parte hecha de una política de ‘a por ellos’ y no con ellos.
Yo he intentado tener en mi presidencia para culminar el camino serenidad y compromiso, la mía era agotar todas las opciones que estaban en la mano y la sociedad invocando la paz y el civismo.
