HISTORIAS DE CASTILCIOSA

La agónica caída del Imperio de Puchi Cordobés

Aquí tienen, recién horneada, la cuarta entrega. Disfrútenla... o no.

La agónica caída del Imperio de Puchi Cordobés
El Ayuntamiento de Villaviciosa de Odón. PD

Comentaba el pasado sábado en la merienda, tomando chocolate y pastas con mi colega el marqués del Monreal, la cruel traición que sufrió Alejandro Magno por sus hombres cuando vieron próxima la caída del Imperio más insigne de la Historia. Enseguida, a ambos, nos vino a la cabeza, como no podía ser de otra forma, la figura inmarcesible de Puchi Cordobés.

Puchi lo está pasando mal. Los castilciosos, ingratamente, le dan la espalda. Han olvidado su esfuerzo durante más de dieciocho años. No valoran la clarividencia que ha convertido una población que comía básicamente garbanzos con cardos en un lugar de referencia internacional: «Nueva York, París y Castilciosa», suelen decir los niños en los colegios de Manhattan. ¡Gracias a Cordobés!

El golpe mortal que le ha propinado el periodista Mae Prietos-Los Machos en los tribunales no es digerible.

Prietos-Los Machos fue despachado por Puchi, «por el bien de los castilciosos» y para frenar el «pertinaz libertinaje», con una carta como Alcalde a los comerciantes de la localidad para que dejasen de poner anuncios en la publicación que dirigía, «La Prensa de Castilciosa». Mae tuvo que cerrar su revista. Puchi Cordobés demostró que quien manda, manda.

Tal como se contó en la segunda entrega de Historias de Castilciosa, el plumilla denunció en los tribunales lo que consideró un atentado a la libertad de expresión. Un juzgado de primera instancia le dio la razón. La juez, en su sentencia, puso de vuelta y media a Cordobés por abuso de autoridad y por saltarse las normas básicas que jamás puede rebasar un político democrático.

El «irredento» espíritu de Puchi Cordobés, amparándose además en el criterio de su asesor, Tontón Casablanca, le impulsó a recurrir la decisión judicial. Puchi estaba seguro de haber caído en las garras de una juez «podemita» que pretendía desarmar una forma ejemplar y virtuosa de ejercer el poder. Rectificarían los jueces su desatino. Seguro.

Por eso, el nuevo varapalo judicial recibido es tan duro. Misteriosamente, la Audiencia Provincial de Madrid ha avalado las tesis de la «populista jueza» y de Mae Prietos-Los Machos, obviando las razones de un signatario tan excepcional como Cordobés. «La Justicia es injusta», decretó el más intelectual del puchitirismo, Sit Villadecasco.

Puchi Cordobés debe pagarle a Prietos-Los Machos 9.000 euros además de todas las costas judiciales. Una sideral vergüenza.

Cordobés se siente traicionado por la cúpula judicial. «Es una conspiración», dijo al fiel Bulto-Aguirroso al conocer la sentencia. Sit Villadecasco, con su sagacidad habitual, recomendó inmediatamente internacionalizar la causa y llevarla hasta la justicia europea. Sin embargo, Tontón, tentándose el bolsillo, una vez que Puchi Cordobés abandonó la reunión aconsejó prudencia: «Puchi es un ‘pato cojo’ al que le quedan meses en el Ayuntamiento y nosotros tenemos que seguir comiendo». Pedrito Hereu también advirtió a los presentes de que «aferrarse al Alcalde es una temeridad». Finito Bulto- Aguirroso hizo honor a su apellido. El imperio puchitirista ya no tiene túnica que repartir.

A Paloma Cuajada, señora de Villadecasco, presente también en la cita, le faltó tiempo para contarle a Florinda Chiquetete la «traición» de los superhombres de Puchi. «No doy crédito», dijo Florinda, aturdida, poco antes de relacionárselo con pelos y señales a Puchi Cordobés. Luego Flori acompañó a Puchi al jardín de su chalet a cazar gorriones para templar los nervios. «La Escopeta Nacional» de Cordobés ha tornado en «Cría cuervos».

Puchi Cordobés anda como alma que se lleva el diablo. Vive encerrado en su despacho del Ayuntamiento el poco tiempo que pasa allí. No sale por Castilciosa. No habla con nadie. Tampoco despacha con sus concejales. Además, la oposición le corta los intentos de crearse una «jubilación dorada» frenando sus «devaneos» con peligrosos empresarios urbanísticos. Incluso le amenaza con hacerle pagar de su bolsillo esta última condena y las costas judiciales.

Cordobés, abandonado, sintiéndose traicionado por todos, amargado, deprimido, golpeado por las malas noticias, pasa ya las horas encerrado en su búnker, junto a su sensorial Florinda, escribiendo «Adiós, Castilciosa». ¡Qué espanto!

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