No dan con la tecla. Los nacionalistas catalanes continúan disolviéndose como azucarillos frente a la figura del Rey.
Ocurrió de nuevo en la inauguración de los Juegos Mediterráneos, cuando tras una semana de confirmaciones y desmentidos, de idas y venidas, de amagos y de renuncias, de interminables debates en TV3 y los medios independentistas acerca de la dignidad, la estrategia, la táctica y el sexo de los ángeles separatistas, Quim Torra fue a por lana y salió trasquilado con el Rey, abucheado y humillado del Nou Estadi del Nàstic.
Los responsables de Dolça Catalunya, uno de los medios que más han luchado para desmontar las mentiras del nacionalismo y destapar su supremacismo, lo han resumido en un vídeo de apenas dos minutos cuya visión hace sentir incluso lástima por un Torra obligado a un ejercicio de equilibrismo entre posibilismo y radicalismo imposible de culminar con éxito, según recoge Cristian Campos en El Español.
Quim Torra no consiguió ninguno de sus objetivos: enfrentar al Gobierno con la Corona, humillar al Rey, debatir ante las cámaras con Felipe VI acerca del 1-O, la «represión policial y judicial» y los presos, o reafirmar su condición de figura institucional hipotéticamente equivalente -en el marco ideológico del nacionalismo- a la Corona.