PEDERASTAS SIN FRONTERAS

El mapa de la independentista iglesia catalana donde durante más de 30 años se abusó sexualmente de niños

El mapa de la independentista iglesia catalana donde durante más de 30 años se abusó sexualmente de niños
Mapa EE

Hay pocas expresiones tan españolas como esa de «con la iglesia hemos topado«. Viene de un pasaje de Don Quijote de la Mancha y se usa para expresar lo inconveniente de que en los asuntos propios se mezclen los obispos o los curas y por extensión, de cualquier autoridad ‘incompetente‘ (Que marque la ‘X’ de la Iglesia en la declaración de la Renta el obispo de Gerona).

Con la Iglesia topamos los españoles en el País Vasco, cuando monseñor Setién, afortunadamente ya en el infierno, y muchos de su cuerda, apoyaban el crimen, la extorsión y el espanto de ETA (Alfonso Ussía incendia la COPE por el trato piadoso hacia el fallecido monseñor Setién, el amigo de los etarras).

Y con la Iglesia estamos topando en Cataluña, con el obispo de Solsona y muchos xenófobos y sectarios como él (Un párroco catalán cuelga del campanario la bandera de los piratas turcos islamistas).

Y ahora, en plena fiebre secesionista, miientras la inmensa mayoría d elos medios de comunicación callan -no por respecto a la fe sino por el componente ‘indepe’ de los delincuentes- topamos de sopeton con dolorosa lacra que persigue a la Iglesia desde hace mucho tiempo.(Casi 4.000 niños, víctimas de abuso sexual en España).

«Dónde estaba tu dios cuando mi piel tocabas.

Y dónde estaba el mío cuando yo espantado callaba.

Todavía siento aquel olor de pan de hostia y vino dulce

Sotanas, sermones, cruces cubiertas de polvo».

Es la traducción de un fragmento de la canción Corvus, de Els Pets, uno de los grupos de rock más famosos de Cataluña (Los monjes de Montserrat rezan por los golpistas que pasarán ‘su segunda Navidad en la cárcel’).

Su compositor es Joan Reig, el batería, que ha reconocido públicamente esta semana que de pequeño sufrió abusos sexuales por parte de Pere Llagostera, el párroco de su pueblo (Constantí, Tarragona) (Mitin de Torra en un monasterio con la abadesa aplaudiendo a rabiar).

No se atrevió a componerla hasta que se murió el cura, según recoge David López Frías en El Español.

No hay día sin datos nuevos sobre los abusos sexuales a niños en Cataluña en el seno de la iglesia católica. En el punto de mira, cuatro grandes casos: el primero en conocerse fue el de Maristas de Barcelona, el que abrió la caja de los truenos.

El segundo fue el de la Abadía de Montserrat, tal vez el más simbólico por lo que Montserrat supone para Cataluña.

Los otros dos se han destapado recientemente: el de los escolanets de Vilobí d’Onyar (Gerona) y el de los escolanets de Constantí (Tarragona). (Javier Elzo: «Abusos de menores y credibilidad de la Iglesia»).

¿Pasa que en Cataluña los curas abusan más de los críos que en el resto de España? «No, pasa que aquí estamos investigando más y removiendo el tema para levantar esas alfombras», asegura Noemí Pereda, la profesora de criminología de la Universidad de Barcelona (UB) una de las responsables proyecto Grevia (Grup de Recerca en Victimització Infantil i Adolescent) para la detección y estudio de casos de abusos sexuales en la iglesia catalana. Una iniciativa pionera en nuestro país y a la que ya han recurrido más de 80 personas para explicar un cura abusó de ellos cuando era niños. Y subiendo, lo que da una ligera idea de la magnitud y profundidad de este problema. El proyecto lo paga el gobierno español mediante el Ministerio de Ciencia y Competitividad.

También la primera gran investigación periodística sobre pederastia encubierta por la iglesia se desarrolló en Cataluña con el Caso Maristas. Así, parece que sociedad, administración, universidades y medios empiezan a ir de la mano en este asunto. Mientras tanto, la iglesia catalana mira hacia otro lado: el arzobispo de Tarragona se refirió esta misma semana a los abusos en Constantí; Jaume Pujol los calificó como «menos importantes», y disculpó a los curas pederastas achacándole «algún momento bajo». Dos días después de estas declaraciones renunció a su cargo. Pero no por vergüenza, sino porque cumplía 75 años, edad máxima para su puesto.

El perfil de la víctima es claro: en la inmensa mayoría de los casos es un varón. Se educó en un entorno cristiano y entabló una relación estrecha de confianza con el sacerdote. Calló los abusos por vergüenza y a la larga le han provocado trastornos como ansiedad, depresión o incluso tendencias suicidas.

CASO I: MARISTAS, EL ORIGEN

Joaquim Benítez, ‘El Beni’, profesor de Educación Física de Maristas, confesó los abusos de los que le acusaban

  • Lugar: Colegios Maristas de Sants-Les Corts, Barcelona.
  • Víctimas: al menos 43 niños.
  • Principal acusado: Joaquín Benítez ‘El Beni’ y 11 profesores más

Sería imposible situar el origen del inicio de los abusos sexuales a niños en el seno de la iglesia católica. «Ya no es que estuviese normalizado de toda la vida; es que la gente se refería a ello en tono jocoso: «Que el cura le ha tocado el culo al niño, jajaja», y ahora lo primero que piensas es que qué coño significa que el cura le ha tocado el culo», plantea Guillem Sánchez. Él fue uno de los periodistas que destapó el primer gran caso de pederastia en la iglesia de España: el caso Maristas. Ganó por ello el Premio Ortega y Gasset junto a Jesús G. Albalat y María Jesús Ibáñez, de El Periódico. Fue el Spotlight catalán, aquella película que aborda el escándalo de pederastia en la iglesia de Boston por parte del diario.

El Caso Maristas aborda los abusos sexuales cometidos por miembros de esta orden contra alumnos desde 1990. Todo empezó con una llamada telefónica. El padre de un alumno de Maristas de Barcelona que quería denunciar los abusos cometidos por su hijo. En un principio, el acusado era Joaquín Benítez ‘El Beni’, profesor de gimnasia. Pero al final de la investigación ya habían aparecido 43 víctimas y 12 acusados. El problema en muchos casos era que los delitos ya habían prescrito.
Los abusos cruzaron el charco

«Yo las primeras noches de investigación no podía dormir, después de haber escuchado los testimonios de las víctimas», reconoce Sánchez. A pesar de ser una persona acostumbrada a escribir sucesos cada día, este le removió especialmente. «Era una cosa que se sabía, que existían los abusos sexuales en la iglesia, pero no se documentó hasta entonces», explica.

Esta investigación fue la auténtica pionera en nuestro país e incluso trascendió fronteras. Porque a raíz de que se destapase este caso, se descubrió que en los Maristas de Chile también se habían cometido numerosos abusos. «Es uno de los principales problemas: que cuando la iglesia tiene constancia de algún caso de pederastia, lo soluciona cambiando al cura de pueblo. Así no acabas con el problema, sólo lo mueves de sitio. Y en este caso, la iglesia española exportó pederastas a Latinoamérica», concluye.

CASO II: MONTSERRAT, EL ICONO

Andreu Soler, monje de Montserrat, cometió abusos contra los niños de la Abadía

  • Lugar: Abadía de Montserrat (Barcelona).
  • Víctimas: al menos 9 niños.
  • Principal acusado: Andreu Soler (monje benedictino).

Pocas cosas hay más icónicas para Catalunya que Montserrat y todo lo que le rodea: su montaña, su virgen negra, su abadía… Todo símbolos del país. Por eso, el descubrimiento de casos de abusos sexuales a niños por parte de miembros de esta congregación benedictina ha estremecido a toda la sociedad catalana.

En este caso hay un nombre propio por encima de los demás: Andreu Soler. Este moje es el presunto autor de abusos sexuales a, por lo menos, 9 niños. 9 son los que han denunciado; el último de ellos, un testimonio estremecedor: el de Raul P, un chico que sufrió un cáncer con 13 años.

Cuenta esta víctima que Andreu se aprovechó de su situación de extrema vulnerabilidad para abusar de él. «Mi primera relación sexual fue a los 19 años con un hombre depravado de la Iglesia, lo siento, pero no procedía», declaró en una entrevista concedida a Guillem Sánchez. Las secuelas provocadas por los abusos le llevaron a intentar quitarse la vida en 1986. Después de eso, Andreu volvió a intentar abusar de él.

«Eyaculo para darte el cuerpo de cristo»

Noemí Pereda, del proyecto Grevia, profundiza en este aspecto: «Los religiosos que abusan de los niños detectan antes sus vulnerabilidades. Especialmente en la confesión. Se aprovechan de ellos, de sus inseguridades o de cualquier sentimiento de culpa que detecten. Entonces se ellos se encargan de remarcarles esa culpa, de que tienen que expiar sus pecados. Luego se muestran como los únicos que les pueden purificar. Así, nos hemos encontrado con casos donde el sacerdote convencía a los niños de que a través de su eyaculación recibirían el cuerpo de cristo».

Por el momento, desde la abadía de Montserrat han pedido disculpas y se ha animado a seguir investigando sobre este problema, aunque aseguran las víctimas que fueron conocedores en todo momento de lo que sucedía, pero que solucionaron el tema como suelen hacerlo en todos los casos: tapándolo.


CASO III: CONSTANTÍ, LA CANCIÓN DE LA VERGÜENZA

Pere Llagostera, párroco de Constantí, cometió abusos durante 30 años

  • Lugar: Parroquia de Sant Feliu Màrtir (Constantí, Tarragona).
  • Víctimas: no cuantificadas; abusos durante 30 años.
  • Principal acusado: Pere Llagostera, párroco (ya fallecido).

El caso que ha sacudido a Cataluña esta semana ha sido el de los abusos practicados por Pere Llagostera, ya fallecido rector de Constantí (Tarragona). El hecho de que una de las víctimas sea uno de los músicos más conocidos de Cataluña, ha contribuido a esa visibilización.»Cuando murió ese hombre, hará un par de años, se me removieron muchas cosas por dentro», explicaba Joan Reig, Batería de Els Pets esta semana. Es el motivo por el que compuso Corvus, que se ha convertido en una especie de himno en esta cruzada contra los abusos. A él, asegura, le ha servido «de terapia, porque los que hacemos música somos nuestros mejores terapeutas y yo he estado muchos años callándomelo», explica.

«Pido perdón si alguien se siente ofendido por esto», es otra de las frases que dejó. Ese es otro de los patrones de las personas que sufrieron abusos desde niños. «La culpa es otro de los patrones que encontramos en las víctimas, y esto afecta en tres áreas de la confianza», explica la psicóloga y criminóloga Noemí Pereda: «La primera es la confianza propia. Se sienten culpables de lo que les ha pasado. Hay testimonios que no han vuelto a sentarse en primera fila en misa porque se sentían sucios, por ponerte un ejemplo. La segunda es la confianza en los demás. Los abusos vienen siempre del entorno del crío, y se han sentido traicionados por un adulto en el que confiaban. Eso les provoca problemas posteriores para socializar y relacionarse.

«Por último, afecta a la confianza en el futuro y en los propios símbolos religiosos. Piensa que algunos abusos se cometen delante del altar o en el confesionario. Incluso que algunos testimonios nos han hablado de curas que usaban el rosario como objeto sexual, que es la mayor de las perversiones. Esta ritualización del momento más traumático de sus vidas hace que acaben generando un rechazo», concluye.
El siguiente cura también fue apartado

Decenas de niños de Constantí, además de Joan Reig, han acabado reconociendo los abusos del ya fallecido padre Pere Llagostera. Sin embargo, desde el Arzobispado de Tarragona se ha querido quitar hierro al asunto. Su representante, Jaume Pujol, ha comparecido esta semana ante la prensa para minimizar lo sucedido. «Problemas no tan importantes» y «personas que han tenido malos momentos» fue toda la autocrítica que hizo. «Ese es otro de los principales problemas»; apunta el periodista Guillem Sánchez, «la impunidad absoluta. La iglesia ha sido consciente de lo que ha estado pasando, pero su forma de combatirlo ha sido taparlo, minimizarlo, ignorarlo y negarlo. Y si algún caso pasaba a ser demasiado grave, cambiaban al párroco de lugar».

Concurre además la circunstancia de que el sucesor del padre Llagostera en la parroquia fue el sacerdote Xavier Morell, que también estuvo dos años apartado de su cargo por una investigación por otros presuntos abusos sexuales. Esta misma semana, Morell ha acabado renunciando a su cargo. En total no se puede cuantificar la cifra de niños víctimas de la pederastia católica en Constantí, pero sí que se sabe que fueron al menos 30 años de abusos sexuales a niños. Demasiado tiempo, pero en contra de lo que pudiera parecer, hubo un caso que duró todavía más tiempo.

CASO IV: VILOBÍ D’ONYAR, EL MARTIRIO MÁS LARGO

Tomas Pons estuvo 33 años como párroco en Vilobí d’Onyar

  • Lugar: Parroquia de Sant Esteve y colegio Bell.lloc (Vilobí d’Onyar, Girona).
  • Víctimas: no cuantificadas; abusos durante 33 años.
  • Principal acusado: Tomás Pons, párroco (ya retirado).

Joan, Josep, Xavier, Àngel… son algunos de los nombres de los niños que, ya adultos, han decidido denunciar públicamente los abusos a los que fueron sometidos por el padre Tomás Pons, párroco de Vilobí d’Onyar durante 33 años. Las víctimas explicaron sus casos en una entrevista con Albert Llimòs en el diario ARA.

«¡Fuego en la máquina!» gritaba el cura a los niños de la parroquia. Era una especie de contraseña para que buscasen revistas y películas pornográficas por casa y las llevasen a la iglesia. El objetivo, según les decía el cura, era quemar todo aquel material. Pero una vez se lo traían procedía a abusar de los críos, según cuentan en la entrevista.

Los metía en su casa, los ponía a ver la tele y los masturbaba, según resumen algunos de los testimonios de la época. Eso, en un pueblo pequeño, se acaba sabiendo. Por este motivo dos de los alcaldes del municipio acabaron pidiendo explicaciones y recurriendo a las altas esferas de la curia para que pusieran remedio. A pesar de ello, Tomás Pons estuvo dos décadas más al frente de la parroquia.
Abusos casi siempre a varones

Joan, Josep, Xavier, Àngel… Todo niños varones. «Esto es un problema casi exclusivo de niños y se basa en otra falsa creencia: para la iglesia católica, el único sexo posible es el heterosexual. Entre un hombre y una mujer. Con niñas no lo hubieran hecho. Lo hacen con niños porque es una forma de, ellos mismos, convencerse de que no están abusando sexualmente de los niños. ¿Cómo va a ser un abuso sexual si entre dos hombres no es sexo?, piensan», analiza Noemí Pereda.

El Obispado de Girona ha adelantado que va a recabar toda la información posible sobre ete caso, pero las víctimas van a encontrarse de nuevo con el mismo obstáculo: muchos de estos abusos ya han prescrito.

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Conclusiones

La no prescripción de los delitos sexuales es uno de los principales caballos de batalla de muchas de las asociaciones que están trabajando para hacer ‘justicia restitutiva’ para las víctimas de abusos sexuales sufridos en el seno de la iglesia católica. «Cada vez hay menos impunidad porque la iglesia tiene menos poder que antes»; apunta Guillem Sánchez.

Pero esa es la clave: la impunidad. El derecho civil castiga este tipo de delitos con hasta 15 años de cárcel. El derecho canónico, en cambio, impone penas irrisorias como abandonar un territorio, dejar de dar misa o, en el peor de los casos, la excomunión.

Tiene el derecho canónico, no obstante, la obligación de informar a las autoridades de este tipo de delitos. Pero no se hace. Es incontable el número de religiosos que han sido obligados a abandonar su diócesis por haber cometido abusos sexuales contra niños. El número de sacerdotes que han entrado en la cárcel por este motivo, por contra, es ínfimo. La iglesia no dice nada y nadie le pide explicaciones. Hasta ahora.

Lo que sí que está claro es que, de momento, Cataluña es la comunidad que ha cogido las riendas en esta batalla mediante varias vías. Le sigue el País Vasco, que también se encuentra dentro del proyecto Grevia mediante la Universidad País Vasco. En el resto de España, el otro caso más famoso es el de La Bañeza (León). Más allá de eso, es un tema que sigue sin removerse.

«De momento han acudido a nosotros 80 personas. Tenemos el teléfono 603355800 para todo aquel que quiera explicarnos su testimonio. En realidad les hacemos rellenar un cuestionario, pero muchos de ellos sólo quieren explicar su historia».

Es el momento más duro, pero también el más liberador. Algunos lo hacen llamando desde el anonimato a un teléfono. Otros, como Joan Reig, escribiendo casi 50 años después una canción, en la que aquel niño abusado se pregunta dónde está su dios cuando un sacerdote abusa de él.

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