"UNOS SACUDEN EL ARBOL Y OTROS RECOGEN LAS NUECES"

Muere Xabier Arzalluz, el cínico dirigente del PNV que decía que ellos recogían los frutos de ETA

Muere Xabier Arzalluz, el cínico dirigente del PNV que decía que ellos recogían los frutos de ETA
Xabier Arzalluz (PNV). EP

Xabier Arzalluz había sido jesuita y era un cínico sin entrañas (El aplastante mensaje de la Guardia Civil a los cobardes asesinos de ETA que no merecen su perdón ).

El histórico líder del PNV ha muerto este jueves a los 86 años. La noticia la ha confirmado la formación nacionalista, que «en un día de máxima tristeza» se ha sumado al dolor de la familia y amigos de «una persona, un jeltzale y un abertzale ejemplar» (Bochorno en la TVE de Sánchez e Iglesias: ahora califican de «presos políticos» a los asesinos de ETA).

Como escribe de él Salvador Sostres en ‘ABC’, este 28 de febrero de 2019, Arzalluz mandó siempre desde la sombra, también cuando la sombra se le volvía sanguinaria y tenebrosa.

«Entre el sobreentendido y el equívoco, las metáforas de árboles y nueces, y un verbo afilado y durísimo, el presidente más emblemático del PNV administró la realidad del País Vasco como si nada extraordinario sucediera, incluyendo en sus partidas contables el recuento de cadáveres».

Nacido en Azcoitia (Guipúzcoa) en agosto de 1932 y de ascendencia carlista, Arzalluz ejerció como diputado y portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados durante la legislatura constituyente.

Ya entonces era una de voces con mayor influencia en el PNV, aunque no asumió la presidencia del partido hasta 1980. Lo hizo en sustitución de Carlos Garaikoetxea, con quien había mantenido diferencias durante su etapa como diputado.

Arzalluz se mantuvo en el cargo hasta 2004 de forma ininterrumpida a excepción del período 1984-86. Como líder nacionalista logró avances sustanciales para el País Vasco en materia de autogobierno gracias a los acuerdos gestados tanto con el Gobierno de Felipe González como con el de José María Aznar.

Las negociaciones con este último se rompieron a raíz del llamado «Pacto de Lizarra», suscrito por el PNV y otras fuerzas nacionalistas en busca de un proceso de diálogo con ETA.

Su sonrojante y cínica ambigüedad respecto a la banda terrorista fue uno de los aspectos más criticados de la carrera del político, perteneciente a la facción más soberanista del PNV.

Para la hemeroteca quedan frases inícuas suyas, como «unos sacuden el árbol para que caigan las nueces y otros las recogen para repartirlas», en referencia a los asesinatos de ETA,  o «No creemos que sea bueno para Euskal Herria que ETA sea derrotada».

Casado y con tres hijos, Arzalluz llevaba 15 años retirado de la política, y mascullando su odio a España.

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