No tiene sentido taparse la nariz: Madrid es una completa guarrería (La ‘abuelita’ Carmena criticó que Policía y Guardia Civil se «empecinarán» contra ETA tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco).
La suciedad en la capital de España ha venido capitalizando los episodios más importantes del último mandato, pero la ausencia de soluciones ha convertido el problema en uno de los ejes de la campaña (Tres de cada 4 madrileños están cabreados con Carmena y Podemos por lo guarra que tienen la capital).
La oposición, con toda razón, recrimina a Manuela Carmena no haber sido capaz de afrontar un mal que carcome varios distritos de la ciudad (La ‘poda’ sectaria de laSexta: palos a Botella por cortar árboles y ocultación de la caída de ramas con Carmena).
PP y Ciudadanos -el PSOE tan sólo a veces y con menor vehemencia- se remiten a los «avisos de limpieza» lanzados por los madrileños al Consistorio entre enero y febrero -últimos datos disponibles-. El porcentaje, respecto al mismo periodo en 2018, se ha incrementado un 142,9% (Cayetana Álvarez de Toledo: «Descubriremos que Carmena compra las magdalenas en un supermercado»).
Una realidad que coincide con las conclusiones del Observatorio de Servicios Urbanos (OSUR).
Su último barómetro detecta que sólo un 28% de los madrileños está «satisfecho» con la limpieza viaria de la ciudad. Nueve puntos por debajo de la media nacional.
El resto de parámetros se sitúa por encima del aprobado, un indicio de la gravedad del problema.
Cuando le preguntan, Carmena opta por dos lúnes: la primera culpar a los vecinos de la capital y la segunda a a los contratos integrales firmados por Ana Botella poco antes de que el PP perdiera la alcaldía.
Dice la ‘abuelita’ que a ella y a los de Podemos les ha llamado la atención la cantidad de colillas que hay en el suelo de las calles y, por ello, siempre llevoaceniceros en el bolso.
“Cuando veo a alguien que tira la colilla al suelo, me presento, digo que soy la alcaldesa y da resultado, le regalo un cenicero con la promesa de que nunca más van a tirar una colilla”.
Añade que han hecho un estudio y han evaluado que la mayoría de las personas sancionadas por orinar en la calle eran “jóvenes universitarios que decían que no sabían que no se podía hacer pis en la calle”.
Sobre las supuestas culpas de Ana Botella, que lleva ya un montón de tiempo lejops del cargo, la realidad es que la exregidora popular adoptó un formato integral y reunió la limpieza en una contrata junto a otros 38 asuntos. El compromiso caduca en 2021 y su rescisión es compleja.
El contrato no indica el número de barrenderos que deben emplearse y ahí está la trampa. Debido a una economía resentida, estas empresas redujeron la cifra y Madrid perdió alrededor de 2.000 trabajadores de limpieza.
Ciudadanos considera que sí puede quebrarse ese contrato. Y en el peor de los casos, «debería negociarse». Las empresas cobran un 80% fijo y un 20% en función de éxito y variables.
«La alcaldesa y sus compinches podían haber hecho mucho más y no tenernos en este pozo de guarrería».