LA SOBERBIA CASTIGA A LA DERECHA

El órdago de VOX en Murcia y los melindres de Cs, hacen más que posible un sonrojante fracaso del centroderecha en Madrid

Lo ocurrido en Murcia es un desprecio al votante conservador en la medida en que los vetos mutuos de Vox y Cs pueden desencadenar gobiernos socialistas o nuevas elecciones

El órdago de VOX en Murcia y los melindres de Cs, hacen más que posible un sonrojante fracaso del centroderecha en Madrid
Santiago Abascal y Javier Ortega Smith (VOX). EP

VOX y Ciudadanos volvieron a dinamitar este 4 d ejulio de 2019 cualquier posibilidad de acuerdo que permitiese al candidato del PP, Fernando López Miras, ser designado presidente de Murcia.

El día fue tan frenético como inútil para el centro-derecha. De nuevo, Albert Rivera y Santiago Abascal, culpables a partes iguales de esta absurda falta de entendimiento, se enrocaron en una incomprensible posición política que prolonga la incertidumbre en Murcia y amenaza con enterrar toda opción de acuerdo también en la Comunidad de Madrid.

El enquistamiento de las relaciones entre ambos partidos ha aumentado en las últimas horas y amenaza con un bloqueo que, en definitiva, solo beneficia a la izquierda.

Como subraya el diario ‘ABC’ en su editorial, Vox y Ciudadanos tendrán sus respectivos motivos para aborrecerse, no firmar juntos ningún documento, no aparecer públicamente unidos y ni siquiera para posar ante los fotógrafos.

Rivera está en su legítimo derecho de creer que ceder ante Vox es tóxico y contamina su marca.

Y a su vez, Abascal tendrá sus motivaciones para desconfiar de Rivera y de sus mensajes ambivalentes, confusos y ambiguos. Pero lo ocurrido ayer en Murcia supone un desprecio al votante conservador en la medida en que los vetos mutuos pueden desencadenar o bien gobiernos socialistas o bien la repetición de elecciones.

Es inquietante la incapacidad de dos partidos con un objetivo común –impedir que la izquierda gobierne– para ponerse de acuerdo por una simple cuestión de gestos, por puro tacticismo o por mera cuestión de imagen. Más que nada, porque la imagen que ofrecieron ayer es irritante.

 

La obsesión política por retratar al culpable es lo de menos ahora.

Tanto Vox como Ciudadanos tienen su parte alícuota de responsabilidad en lo ocurrido este jueves, más allá de que el error cometido pueda corregirse dentro de unos días.

Sin embargo, Ciudadanos no puede pretender beneficiarse de los votos de Vox sin siquiera agradecer con un mínimo gesto la generosidad de ese partido al regalarle vicepresidencias y consejerías autonómicas. Más aún, la división interna en Ciudadanos es palpable, y quien impone el veto drástico es la dirección del partido en Madrid.

Si Abascal tiene la llave para consensuar gobiernos de centro-derecha, Ciudadanos no debe imponer el ordeno y mando de una negociación que ningunee a Vox, que desprecie a sus diputados como si no hubiesen sido democráticamente elegidos y que lo esconda en un gueto del que son aprovechables sus votos gratis, pero no sus demandas.

Parece razonable empezar a pensar también que este tipo de bloqueos tienen más que ver con una pugna de egos y soberbia que con diferencias programáticas insalvables.

Rivera y Abascal están a tiempo de reconducir una deriva que, de mantenerse, solo beneficia a Pedro Sánchez. Justo lo que ninguno de los dos quiere. No cabe mayor contradicción.

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