La izquierda guerracivilista está en cólera al ver cómo desaparecen las calles de Largo Caballero e Indalecio Prieto en Madrid.
Una decisión que duele aún más al saber que los reconocimientos serán removidos gracias a la Ley de Memoria Histórica, que aprobó José Luis Rodríguez Zapatero.
VOX le da al PSOE a probar de su propia medicina. ¿No queréis memoria histórica? Tomad dos tazas.https://t.co/6fIR7d6P67
— Santiago Abascal ?? (@Santi_ABASCAL) September 29, 2020
A través de las redes sociales, los ‘trolls’ de la izquierda intentaron justificar que se deberían haber eliminado otras calles como, por ejemplo, los ‘Caídos de la División Azul’.
En Twitter se desarrolló un duro debate donde se buscó vincular a la División Azul con el nazismo, el holocausto y cualquier otro argumento que pudiese justificar la eliminación de su calle en Madrid.
A pesar de sus críticas a la proposición de VOX contó con los votos a favor del Partido Popular y Ciudadanos, la realidad es que las calles de Largo Caballero e Indalecio Prieto dejarán de existir, mientras que ‘Caídos de la División Azul’ seguirá perteneciendo a Madrid.
Los ataques de la izquierda guerracivilista no solo se manifestaron a través de las redes sociales, sino que también utilizaron sus medios afines.
Por ejemplo, Público publicó una recopilación de los ‘tweet’ de figuras del Gobierno del PSOE-Podemos o de figuras de la izquierda para llegar a la disparatada conclusión que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, “no es moderado” por “quitar las calles Largo Caballero y Prieto y dejar la de la División Azul, que luchó al lado de los nazis».
Los ataques contra el Ayuntamiento de Madrid y la División Azul tiene por objetivo echar una bomba de humo sobre el pasado criminal de ambas ‘leyendas’ del PSOE.
Las atrocidades del ‘Lenin español’
Francisco Largo Caballero, el histórico dirigente marxista del PSOE y de la UGT que fue conocido como en ‘Lenin español’, conservaba hasta ahora una placa en el distrito de Ciudad Lineal y en su casa natal, en la plaza de Chamberí.
Ambas serán retiradas.
Por su parte, el ministro de Marina y Aire, durante el Gobierno de Largo Caballero, y de Defensa entre 1936 y 1938, perderá la suya en Vicálvaro.
El grupo municipal que lidera Javier Ortega Smith argumentó en su iniciativa que bajo el mandato de Largo Caballero, tras ser designado Jefe de Gobierno y Ministro de la Guerra en septiembre de 1936, se cometen las “mayores atrocidades en la zona republicana”.
VOX recordó a los socialistas que “multiplicaron las checas, centros de tortura y ejecución y los llamados paseíllos o paseos, incluyendo la masacre de miles de presos políticos (entre los que se encontraban 50 niños) en Paracuellos de Jarama (Madrid), su mandato de nueve meses sería el más sangriento de la guerra civil en zona republicana”.
Además, en uno de sus mítines de partido llegó a afirmar que “la clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la revolución”.
El Gobierno de Largo Caballero introdujo en marzo de 1937, la primera cartilla de racionamiento que ha existido en España, aprobó la salida del oro del Banco de España (dirigido entonces por su camarada Juan Negrín) con destino a la URSS y apoyó la concesión del estatuto de autonomía al Gobierno vasco.
El arrepentido Prieto
Sobre la trayectoria de Prieto, VOX le considera responsable de “suministrar 17.000 fusiles Mauser a las milicias socialistas y revolucionarios que en octubre de 1934 se levantaron contra el legítimo Gobierno de la República y causaron centenares de muertos”.
También le achacan introducir en su guardia pretoriana a los responsables del asesinato de José Calvo Sotelo, detonante último de la Guerra Civil.
A diferencia de Largo Caballero, Indalecio Prieto mostró arrepentimiento y renunció a sus posturas revolucionarias. Tras ver la barbarie realizada, intentó pactar justamente con los monárquicos para restaurar la Democracia en España.
LAS CHECAS
Los socialistas, sobre todo desde tiempos de Zapatero y ahora arropados por los zarrapastrosos de Podemos, están promocionando la fantasía de que ellos crearon una Segunda República democrática y hasta lúdica, que funcionó sin problema alguno hasta que Franco vino a estropearles la fiesta.
Pero como esta versión ni enfervoriza ni convence a quien tenga dos dedos de frente, Pedro Sánchez ha echado mano del tercer método de Juan Negrín, que, como él, también fue socialista y presidente del Gobierno:
“Tres sistemas poseemos para hacer que los demás quieran lo que el Gobierno quiere: enfervorizarles, convencerles y, si estos dos recursos resultan insuficientes, aterrorizarles. El terror es también un medio legítimo de gobierno, cuando se trata de la salvación del país”.
De manera que, siguiendo las enseñanzas de su predecesor, ahora Sánchez ha vestido al terror de Comisión de la Verdad, como explica Javier Paredes, Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá.
Lo de Juan Negrín no era un modo de hablar, porque su tercer sistema se concretó en esta palabra: checa. Realidad que nada tiene que ver con el pretendido régimen democrático y lúdico que nunca existió en la Segunda República. Y como el que no sabe su historia —bien porque no la haya estudiado, bien porque haya estudiado la falsa, que para el caso es lo mismo— está condenado a repetirla, vamos a contar el régimen de terror que instalaron los socialistas antaño, no sea que hogaño vayamos a tropezar en la misma piedra.
La checa fue el término con el que se designó a la sanguinaria policía soviética creada tras la Revolución de Octubre de 1917. Por este motivo, hay quien cree erróneamente que lo de las checas eran una franquicia que Stalin concedió al Partido Comunista de España. Pues eso no fue así, porque como ha escrito el especialista de la Guerra Civil, el historiador Ángel David Martín Rubio, “las checas no son una organización exclusiva del Partido Comunista, sino de todas las organizaciones activas en la zona republicana. El uso del término es un indicio más del alto grado alcanzado por la influencia soviética en el caso de la revolución española”.
Las checas fueron cárceles privadas controladas por los partidos políticos y las organizaciones de izquierda, donde se torturaba y se asesinaba, bien dentro de la propia checa bien fuera de ella. La Causa General que se instruyó al final de la contienda, para investigar los crímenes durante la guerra, establece que solo en la ciudad de Madrid hubo 225 checas. Y podría pensarse que la cifra está hinchada, por la procedencia del dato y las circunstancias del momento. Pero los recientes estudios elaborados por un grupo de historiadores de la Universidad del CEU, presentados en 2.000 páginas de una investigación financiada por el Ministerio de la Presidencia en la época de Rodríguez Zapatero, establecen el número de checas de Madrid en 345.
Hubo también otras checas en los pueblos de la provincia, lo que fue general en la zona republicana, pues ya vimos en un artículo anterior que hasta en Valdepeñas había una checa de nombre La Concordia, en la que a pesar de su nombre se tortura a los valdepeñeros, antes de asesinarlos. Pero en este artículo me limitaré a contar unos hechos, referidos solo a la ciudad de Madrid.
Y si a este dato de las 345 checas de la capital de España añadimos que en la ciudad de Madrid había otros 50 lugares para detenidos, además de las 23 prisiones oficiales, las 10 comisarías de distrito y los 25 lugares de ejecución donde se asesinaba a los presos, obtendremos una primera aproximación al paisaje de la represión y del terror del pretendido lúdico y democrático Frente Popular, en el que estaban integrados los socialistas.
De las 345 checas, los socialistas regentaban en exclusiva 49. Y en esto les ganaban los anarquistas, casi empatados con los comunistas, pues tenían el control de 90 y 89 checas respectivamente. Además, había otras 73 checas vinculadas a unidades concretas de las milicias y del ejército popular, en las que también tenían su cuota de dominio los socialistas junto con anarquistas y comunistas. Y lo mismo ocurría en los otros 44 restantes, donde se juntaban los integrantes de los distintos grupos de izquierdas, bajo el paraguas de denominaciones menos conocidas que los partidos políticos.
Las detenciones realizadas por los pistoleros de las checas en buena medida se debían a denuncias anónimas, pero hubo casos en que no fue así. Veamos un par de ellos, realizados por los antecesores políticos de Pedro Sánchez, que además de ilustrar la época de entonces, ayuda a entender la necesidad que tiene el actual presidente de Gobierno de imponernos esa Comisión de la Verdad, para tapar esas páginas de la historia del PSOE que nada tienen que ver con esos cacareados cien años de honradez.
Una de las piezas más cotizadas por los sabuesos de los chequistas eran los archivos de las agrupaciones religiosas, donde figuraban los datos personales de sus componentes. Eso es lo que le sucedió en Madrid con la Asociación de la Virgen de la Milagrosa, cuya lista de congregantes fue robada por Círculo Socialista del Norte. Con esa información, los socialistas asesinaron a cuantos encontraron de dicha asociación.
Otra manera para localizar a sus víctimas fue la utilizada en la checa del Palacio de Eleta, que estaba en la calle Fuencarral número 103. El control de esta checa estaba en manos de la Agrupación Socialista Madrileña que recibía el nombre de Comisión de Información Electoral Permanente (CIEP). Esta agrupación había sido la encargada del estudio del censo de los periodos electorales anteriores, y por lo tanto tenía dibujado en gran medida el mapa ideológico de los madrileños, y a partir de ahí era como pescar en una bañera.
En todas las checas se torturó a los detenidos de mil maneras y con los tormentos más atroces, aunque ya solo el hecho de ingresar en una checa era la peor de las torturas, porque se sabía que la checa era la antesala de la muerte. El grupo de historiadores al que antes me he referido ha elaborado una lista de 1.800 personas asesinadas en la ciudad Madrid, solo en las checas. Esas 1.800 personas son de las que constan datos fehacientes. Pero como los asesinos no acostumbran a dejar rastros de sus crímenes hay otras muchas personas asesinadas por el terror del Frente Popular, que no se han podido localizar. Personas que se sabe que los llevaron a las checas, pero una vez dentro se perdió su rastro. En conclusión, los cálculos aproximados de los asesinatos cometidos solo en las checas de la ciudad de Madrid, varían según autores de los 2.600 a los 3.600.
Hay toda una geografía de las zonas de extermino en el Madrid del Frente Popular. Los comunistas, para asesinar a los detenidos de sus checas, solían elegir la Ciudad Universitaria, la Casa de Campo, la carretera del Pardo y Puerta de Hierro. Los anarquistas solían asesinarlos dentro de la checa. El mismo comportamiento que los anarquistas tuvo el socialista García Atadell, que regentaba dos checas una en la calle de La Montera y otra en la calle Marqués de Cubas, dentro torturaba y asesinaba y, después, abandonaba los cadáveres en las tapias de un cementerio o en la cuneta de una carretera. El socialista García Atadell además era un ladrón y huyó de España con un importante botín que consiguió en los saqueos de sus víctimas. Por su parte los socialistas de la checa de Marqués de Riscal asesinaban a sus víctimas en la Pradera de San Isidro. La checa de la Agrupación Socialista Madrileña de la calle Fuencarral 103, a la que antes me he referido, enterró sus crímenes en una gran fosa de Boadilla.