La socialista Susana Díaz y sus hábitos de mala perdedora

La expresidenta, a cuchillo contra la formación de Santiago Abascal

Susana Díaz (PSOE) lleva 2 años sin digerir su salida de la Junta de Andalucía y saca su mal café contra VOX

"Tenemos el reto de explicar a las nuevas generaciones el riesgo que supone que movimientos racistas y xenófobos se hagan fuertes en las sociedades europeas"

Lleva prácticamente dos años sin aceptar que las reglas del juego democrático la dejaron fuera de la Presidencia de la Junta se Andalucía.

Susana Díaz sigue sin asumir que, pese a que un 2 de diciembre de 2018 el PSOE ganó las elecciones, el bloque de ‘las tres derechas’, como lo que llaman en la izquierda de manera despectiva, sumó más escaños que PSOE y Adelante Andalucía, la marca de Unidas Podemos por aquel entonces, y le arrebató la poltrona.

Justo la misma situación que se dio en marzo de 2012, cuando el Partido Popular liderado por Javier Arenas ganó con contundencia las elecciones andaluzas pero el PSOE de José Antonio Griñán, con el apoyo de Izquierda Unida, conseguía relegar una convocatoria más a los conservadores a la oposición.

Díaz, entrevistada por Toñi Moreno en la revista Lecturas, se fue a soltar su discurso lacrimógeno y relleno de ataques contra la formación de Santiago Abascal, VOX, por entender que fue la responsable de alterar la voluntad de los andaluces.

Asegura la que fuera máxima rectora de la sede situada en el Palacio de San Telmo, en Sevilla, que:

Una imagen difícil de encajar es ver entrar a la extrema derecha, a la ultraderecha, por el Parlamento andaluz y por el resto de las instituciones. Eso no es personal, yo quiero a mi país, todo el mundo sabe que yo quiero a Andalucía, a España y que amo a España y ver que generaciones enteras lo han dado todo por la democracia y ver que quienes llegan son nostálgicos del franquismo para mí ha sido muy duro.

Añade Díaz, en un alarde de desmemoria, puesto que parece olvidar que la Presidencia de Pedro Sánchez en La Moncloa se la debe a formaciones como Bildu, heredera política de la banda terrorista ETA, o ERC, partido que aboga por la independencia de Cataluña, que:

Ahora, cuando veo algunos discursos, cuando veo señalar a la gente y cuando veo el clima que estamos viviendo, es lo que más me ha costado. Todavía no he superado ver a la ultraderecha blanqueándose. En eso envidio a las democracias europeas, ahí no se ha normalizado a la ultraderecha. En Europa los partidos de izquierda y de derecha se ponen de acuerdo para que la ultraderecha no tenga poder y esa asignatura la tiene pendiente España.

La socialista hace su particular diagnóstico y asegura que si la ultraderecha ha llegado más tarde a meterse en las instituciones ha sido gracias a la Memoria Histórica y a tener muy reciente que España fue una dictadura:

Aquí la ultraderecha llega más tarde que Le Pen a Francia o que a Alemania incluso porque aquí teníamos más reciente la dictadura. Este movimiento, con las generaciones más mayores, hizo que tuviera complicado echar raíces. Y ahora que las nuevas generaciones viven en democracia, han nacido en democracia y lo han vivido todo en libertad tenemos el reto de explicarles los riesgos de cuando no la hay y de cuando algunos movimientos racistas y xenófobos se hacen fuertes en las sociedades europeas.

 

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