Facebook e Instagram han bloqueado las cuentas del líder de EH Bildu Arnaldo Otegi durante 24 horas a raíz de las declaraciones que realizó este martes 6 de abril de 2021 tras el fallecimiento de Julen Madariaga, fundador de ETA al que definió como «abertzale y comprometido con la libertad» del pueblo vasco.
El fallecimiento de Madariaga provocó una oleada de reacciones por parte de la izquierda abertzale. Destacados dirigentes, incluido el propio Otegi, Arkaitz Rodríguez y Maddalen Iriarte, entre otros, le alabaron. A partir de ahí, las dos redes sociales bloquearon las cuentas de Otegi. «A pesar de que nos quieran silenciar, seguiremos trabajando», apuntó anoche Otegi a raíz de la decisión de Facebook e Instagram. Al parecer, Twitter se habría desmarcado de esta decisión.
Istagram y Facebook me han bloqueado las cuentas 24 horas por hacer alusión al fallecimiento de Julen Madariaga.
Isildu nahi gaituzten arren, lanean jarraituko dugu.
No nos callarán! Ez gaituzue isilduko! pic.twitter.com/ObgZHa9lhP
— Arnaldo Otegi 🔻 (@ArnaldoOtegi) April 6, 2021
Y es precisamente en la red social del pajarito azul en la que se pone el foco en relación a este tipo de acciones. Las ‘Big Tech’, otra vez en el ojo del huracán.
Twitter cerró la cuenta a Trump, pero no la del dictador Maduro ni la de los narcoterroristas de las FARC
Lo del cierre de la cuenta en Twitter de Donald Trump no es más el último y más chusco episodio de una larga historia de control censura y manipulación.
En España, hace ya muchos meses que estamos acostumbrados a ver como Youtube clausura por unas semanas la cuenta oficial de Estado de Alarma, aparentemente con la excusa de que el periodista Javier Negre ha entrevistado a alguien que habla de vacunas o MENAS delincuentes y jamas hemos visto que la plataforma tome medida alguna sobre los tertulianos que afirmaban rotundos en prime time que no había que preocuparse por el coronavirus, y era crucial salir en masa a manifestaciones feministas.
Y lo de Youtube es aplicable a todo el resto de los gigantes tecnológicos del llamado Big Tech: Amazon; Apple; Google; Facebook; Microsoft; Twitter…
En esas cadenas de televisión, RTVE incluida, que han aplaudido la censura al todavía presidente de EEUU, no ha habido una sola voz que se haya atrevido a preguntarse en voz alta como es posible que esos mismos Facebook o Twitter, que cierran la cuenta a Trump, mantienen abierta la del dictador Maduro, torturador y asesino, según el propio Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
O la de los narcoterroristas de las FARC, a quien se atribuyen mas de 35.000 muertos y la recluta forzosa de niños para convertirlos en sicarios, ademas de estimular el turbio negocio de la cocaína.
O la del etarra Arnaldo Otegi o las de los golpistas catalanes del proces.
Ni siquiera han osado etiquetar como lo son cualquiera de las mentiras, múltiples y reiteradas, de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y su cuadrilla.
No hablamos de los jerarcas chinos de Pekín o del ruso Vladimir Putín, porque entendemos que dan mucho miedo, como pasa con los ayatolas iraníes, financiadores de Podemos y ahorcadores de homosexuales.
Y basta releer la nota con la que Twitter ha justificado su decisión, para concluir que se aplica una doble vara de medir, en aras de lo políticamente correcto:
«Después de una revisión detallada de los tweets recientes de la cuenta @realDonaldTrump y el contexto que los rodea, hemos suspendido permanentemente la cuenta debido al riesgo de una mayor incitación a la violencia».