A buen seguro que se le va a amargar el primer café del día.
El socialista Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, va a desayunarse este 8 de enero de 2022 con la encuesta del diario El Mundo en la que observará con auténtico pavor que su estancia en la poltrona pende de un fino hilo.
Un simple escaño marca ahora mismo la posibilidad de seguir o no al frente del Gobierno autonómico.
Y si las encuestas, que suelen ser reflejo fiel de la situación política del momento, ya ponen en solfa que Puig pueda revalidar su cargo, no sería de extrañar que se produzca otro adelanto electoral.
En Castilla y León se irá a las urnas del 13 de febrero de 2022, en Andalucía está previsto para finales de mayo o inicios de junio de 2022 y la Comunidad Valenciana puede ser la tercera en caer.
Está claro que la desazón se ha instalado en el seno del PSOE valenciano.
La formación del puño y la rosa volvería a ganar las elecciones, aumentando si cabe su número de escaños. De los 27 logrados el 26 de mayo de 2019, obtendría ahora una horquilla cifrada entre los 30 y los 32.
El problema para Puig es que sus socios de Gobierno, Compromís y Unidas Podemos, se pegan un buen talegazo. El partido de Mónica Oltra pasa de 17 a 14 representantes en las Cortes Valencianas, mientras que los morados de Pilar Lima podrían perder hasta dos actas, de las 8 de 2019 a las 6-7 que les concede el sondeo de Sigma Dos.
Quien más provecho saca de la pésima gestión del Ejecutivo socialcomunista es el PP.
Carlos Mazón revitaliza a los populares y de los 19 parlamentarios de hace casi tres años, ahora, en unas hipotéticas elecciones en 2022, se le puede echar perfectamente el guante a Puig con un botín de 30-31 escaños.
VOX pega un subidón demoscópico y le usurparía la tercera plaza a Compromís con un saldo de 15-16 actas en el Parlamento autonómico. El partido comandado por José María Llanos venía de sacar 10 sillones en 2019.
El partido que se pega un costalazo de campeonato es Ciudadanos.
La formación naranja, que estuvo a punto de ‘sorpassar’ al PP en las últimas elecciones autonómicas, con 18 representantes por los 19 de los populares, pierde prácticamente la totalidad de esos diputados.
La perspectiva más optimista para el partido de Ruth María Merino es poder retener dos actas parlamentarias, pero no se descarta que no supere el porcentaje mínimo para poder entrar en las Cortes Valencianas y, por tanto, acabe como fuerza extraparlamentaria.
