La sobreactuación en política, como en la propia vida, tiene un riesgo elevado de volverse en contra.
Esto es lo que ha sucedido con el presidente socialista de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
Es conocido su afán de intentar desmarcarse de Pedro Sánchez, en un auténtico insulto a la inteligencia, pues las nefastas y escandalosas medidas que para España y Castilla-La Mancha han aprobado el gobierno del inquilino de La Moncloa, no serían realidad si no hubieran tenido el voto favorable de sus 9 diputados nacionales del PSOE.
Todos ellos liderados por el secretario de organización de los socialistas manchegos y mano derecha de Page, Sergio Gutiérrez.
Page teme que llegue el día en que un violador o pederasta de Castilla-La Mancha salga a la cárcel o reduzca su pena en prisión gracias a la ley que ellos aprobaron.
Para intentar desmarcarse de la decisión, ha filtrado a El Confidencial el informe que remitió a la Ministra de Igualdad, Irene Montero, advirtiendo que estos depredadores sexuales se verían beneficiados.
El error es de bulto. Haciendo público que ellos avisaron pero luego votaron a favor de esta salvajada, está reconociendo que dio orden a sus diputados nacionales de respaldar una ley totalmente consciente de que estaban abriendo las puertas de las cárceles a los violadores y pederastas de toda España, incluido los que han cometido barbaridades sexuales en su propia región de Castilla-La Mancha.
No fue un desliz. No fue un error. Sabían que iba a pasar y aún así, Page dio orden a sus 9 diputados nacionales de sacar adelante una ley que beneficiaba a los depredadores sexuales.
Tomó la decisión para seguir siendo la muleta necesaria de Sánchez. No contaba con el escándalo mayúsculo que tomaría este asunto al conocerse públicamente.
En ese momento, intenta reaccionar torpemente, delatándose y demostrando que su servilismo a Pedro Sánchez no tiene ningún tipo de escrúpulo ni linea roja.
