Pocos líderes políticos han revalidado tanto su papel de killer como Pedro Sánchez. Se ha ‘cepillado’ a todo ministro y barón socialista cuando ya no lo ha necesitado. Sin embargo, hasta ahora, parece carecer de oposición interna.
Oficialmente, en el PSOE no se están preparando para post-sanchismo. Pero, críticos, como las meigas, haberlos haylos. Otra cosa es que durante años estuvieran tapados (y aún lo siguen estando a la hora de la verdad). Es el caso de Javier Lambán, uno de los barones socialistas con más influencia en el Comité Federal del Partido.
El presidente de Aragón ha confesado que «mejor le hubiera ido a este país si Javier hubiera asumido esa responsabilidad». Javier, es Javier Fernández que fuera presidente del Principado de Asturias de 2012 y 2019 y que se puso al frente de la Comisión Gestora que gobernó el partido tras los sucesos del 1 de octubre de 2016 cuando el enfrentamiento entre partidarios de Susana Díaz y Pedro Sánchez dio lugar a escenas cuanto menos esperpénticas y que se saldaron con la expulsión de Sánchez de la Secretaría General.
Seis años después la situación es muy distinta y por el camino han pasado cosas que Lambán, y tantos otros, se les habría antojado en ese 2016 como ciencia ficción: Pedro Sánchez, como Inés de Castro, reinó después de morir y volvería a hacerse con el poder del partido, llegó a la presidencia del gobierno tras desalojar a Rajoy mediante una moción de censura, ganó tres elecciones y formó el primer gobierno en coalición de la democracia.
Obediencia perruna al inquilino de La Moncloa
Sin embargo, los pactos con los nacionalistas e independentistas, en especial con EHBildu, han despertado críticas internas dentro del partido. Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, fue uno de los más críticos, por ejemplo, con los indultos a los presos del procés. Lambán ahora se suma a la voces críticas y va más allá y asegura que «mejor la habría ido a España» con otro presidente del PSOE y que tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalacaba en 2014 tendría que haberle sucedido Javier Fernández y no convocar primarias que él califica como de «invento maligno donde los haya».
«Esas primarias las ganó, de manera abrumadora y legítima, Pedro Sánchez y, aceptando aquella votación, al menos en esa parte política del partido me siento en minoría, pero es algo que en la historia del PSOE ha pasado en muchas ocasiones y es algo que conllevo con la mayor dignidad posible», añadió el presidente aragonés.
Lambán también aseguró que durante la presidencia de Sánchez «hemos asistido a cesiones a los nacionalistas, a una progresiva desconexión que solo hubieran evitado los grandes acuerdos entre PSOE y PP o con un partido, Cs, al que deseo de verdad que, de la manera que sea, recupere su presencia».
Por último añadió sobre la política territorial que desde las autonomías deben «trascender el ámbito territorial que nos corresponde y sentirnos concernidas en el futuro de España desde el Título VIII de la Constitución y atendiendo a la España federal, que no es de derecho, aunque es de hecho».
Unas opiniones similares a las que ha mantenido siempre el presidente de la junta de comunidades de Castilla-La Mancha Emiliano García-Page, quien a la hora de la verdad acaba obedeciendo las consignas del sanchismo.
En septiembre en una entrevista en El Mundo, García-Page aseguraba que “el problema de los socios que apoyan –o rebañan, o arañan, o le pasan peaje– al Gobierno es que, además de que son muchos, bastantes de ellos llevan en su código político la voluntad de desestabilizar el Estado. De atacarlo e incluso de romperlo. Son malas compañías”.
El presidente castellano-manchego ya tiene a otro socio en esas críticas de tapadillo a Sánchez, Javier Lambán. Pero cuando toca salvar al inquilino de La Moncloa, sus diputados de circunscripción no dudan a la hora de apretar el botón que corresponde.
