Pilar Urbano en su nuevo libro ‘El alzamiento’ (Ed. Planeta) se introduce en las entrañas del movimiento independentista. Más allá de los sucesos inmediatos del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, Urbano rastrea el origen de la transformación del catalanismo pujolista en el independentismo del «España nos roba». Intereses cruzados en medio de la peor crisis económica de la historia reciente se entrecruzan con la influencia oscura de la Rusia de Putin y los planes económicos de George Soros. La crónica de un despropósito que cristaliza en el juicio que presidió el magistrado Manuel Marchena cuya tramoya desvela Pilar Urbano. Desde los detalles más nimios hasta el papel de la televisión como difusora de un juicio que tuvo especial repercusión a nivel mediático.
El trabajo de la veterana periodista aporta una visión caleidoscópica del asunto. Urbano se ha entrevistado para su libro con el juez Marchena y protagonistas de la investigación. También con los condenados por los actos del 1 de octubre de 2017 con los que, despojados de la ideología, se llega al ser humano al que sus decisiones han llevado a la prisión. Llama especialmente la atención el testimonio de Carme Forcadell que llega a arrepentirse, no de los hechos, pero sí de haber puesto su ideología por delante de su día a día cotidiano y su vida familiar.
A lo largo de las más de 300 páginas de ‘El Alzamiento‘ asistimos a las divisiones en el seno del independentismo. Según la escritora los condenados por el Procés sabían que Puigdemont tenía pensado huir para eludir la acción de la Justicia. Unas fechas fundamentales para el soberanismo catalán en las que incluso se dejó ver la mano de Vladimir Putin, que envió un emisario para entrevistarse en la horas previas a realizar la DUI (Declaración Unilateral de Independencia). Un acto que, finalmente, hizo público Carme Forcadell.
La Rusia de Putin llegó a animar al president de la Generalitat catalana cesado por la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Según el libro de Urbano el gobierno de Putin quería un Estado catalán encubierto que se encargaría de financiar mediante criptomonedas. Una forma de convertir el hipotético Estado catalán en una punta de lanza de Rusia en el seno del área de influencia de Estados Unidos y la OTAN.
Unos intereses, los de Putin, que también se cruzaban con los del empresario George Soros que estuvo años invirtiendo en la zona mediante una matrioska de empresas con una matriz en una, en apariencia, simple sociedad de inversión.