A diferencia de la inmensa mayoría de los poderosos españoles, incluidos de forma destacada los dirigentes políticos de todo color, la Reina Letizia si sabe lo que cuesta pagar una hipoteca, lo complicado que es llegar a fin de mes y hacer frente al alquiler del piso o lo duro que es buscarse la vida y tirar con un trabajo precario.
Y como es lógico, tiene un pasado en el que algunos -con malévola intención- intentar hurgar de vez en cuando.
Aunque poco ha cambiado el Malecón habanero desde 1994 y son las mismas aguas del Caribe las que besan sus piedras en cada ola, sí es muy distinta la mujer que, a partir de este 11 de noviembre de 2019, lo va a visitar.
Letizia Ortiz Rocasolano (47 años) regresa a Cuba un cuarto de siglo después de que lo hiciera por primera vez, con 22 años, y sobre ese hecho de hace casi tres décadas monta un largo y detallado reportaje Cristina Coro en El Español.Aquel final de primavera de mediados de los años noventa una estudiante de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid llegaba a La Habana acompañada de un grupo de amigos de la facultad para conocer de primera mano la isla y, sobre todo, con la idea de divertirse y pasarlo bien.
Este lunes el avión oficial de los Reyes aterrizará en el aeropuerto José Martí para que la Reina Letizia comience, acompañando a su marido Felipe VI, su primera Visita de Estado a Cuba como consorte. Un viaje que todos los medios cubanos y parte de los españoles han tildado como «histórico».
La primera vez que la esposa del monarca español estuvo en la isla -en la que gobernaba un todavía vivo Fidel Castro- estaba realmente entusiasmada.Como una apasionada de la lectura y fiel seguidora de Ernest Hemingway estaba feliz con la idea de conocer los rincones en los que el escritor americano, su gran amor platónico, había creado obras fundamentales de la literatura universal como Adiós a las armas o El viejo y el mar.
La estancia del grupo de estudiantes era el típico combinado que hace todo aquel que quiera conocer el país caribeño de una forma un poco más asequible: tres días en la capital y otros tres en un hotel en régimen de todo incluido en la zona de Varadero, a unos 150 kilómetros de la capital cubana.
Pero para ella lo importante estaba en la ciudad: aunque quería disfrutar de la playa, el sol y la juerga, la ex periodista quería recorrer los pasos de uno de sus ídolos literarios
La ahora reina fue a la ciudad cubana en el mes de mayo de 19914. Por poco, se libró de las manifestaciones que tuvieron lugar el 5 de agosto de 1994 y que recibieron el nombre de Maleconazo. Fue una de las más importantes desde el triunfo de la Revolución y protestaban contra el Gobierno de Castro, que tenía a la población en una carestía sin precedentes.
Ajena a ello y ,como sigue acostumbrado a hacer antes de un viaje -aunque sea de trabajo-, Letizia se hizo una guía completísima y de situación con todo lo que no se quería perder en La Habana.El grupo, formado por amigos y nada de novios -la entonces pareja de la reina, Alfonso Guerrero, se quedó en Madrid. La futura reina visitó el Hotel Ambos Mundos, donde su idílico Hemingway escribió varias de sus novelas; visitaron El Floridita, donde como todos los turistas se tomaron su daiquiri; y acudieron a La bodeguita del medio, donde bebieron margaritas.
Hubo tiempo también Se hicieron fotos en la catedral y muchas otras en El Malecón
Tampoco perdieron la oportunidad de comerse un helado en el famoso Copelia, algo que la reina no olvidará porque mientras disfrutaba de su cono se dio cuenta de que había perdido una pulsera con un gran valor sentimental para ella. Esto le supuso un gran disgusto y pidió al resto de los amigos que le ayudaran a encontrarla, pero tras un par de horas desistieron.
Otra de las paradas menos turísticas que la entonces estudiante Letizia Ortiz quiso hacer fue en el barrio habanero de San Francisco de Paula. Sin embargo, sus compañeros de aventura se mostraron más reticentes en esta visita por lo que la actual reina se acercó sólo con dos amigas
Allí se encuentra la Finca Vigía, una casa clavada en mitad de un pequeño bosque que había comprado el autor de El viejo y el mar durante su idilio con la isla caribeña.
En la actualidad es un museo dedicado a Hemingway en el que, al parecer, las tres chicas disfrutaron mucho, ya que se encuentra -prácticamente- tal y como el escritor lo dejó cuando abandonó La Habana en 1960 a la que nunca regresó porque un año después se quitó la vida.Tras conocer todo lo que quería saber sobre la relación Hemingway-Cuba, la Reina disfrutó de tres días de relax y juerga con sus amigos en un hotel de la costa de Varadero.
A su llegada a Madrid, le comentó a todo el mundo lo mucho que le había gustado la experiencia y las ganas que tenía de repetirlo, pero seguro que nunca imaginó que sería del modo que lo va a hacer a partir del próximo lunes: como reina consorte de España.