No quiere que le den la nacionalidad española, ni aceptar el estatuto de refugiada, sólo quiere regresar a casa
Más información
El Gobierno de Marruecos le ha creado un problema a España enviando, en contra de su voluntad, a Aminatu Haidar a Lanzarote.
A la activista saharaui primero la despojaron de su pasaporte, después la obligaron a subir en un avión de Iberia que aterrizó en Lanzarote y a partir de ahí el problema de Marruecos con Haider comenzó a ser un problema español.
Hasta el momento el Gobierno ha hecho lo imposible por conciliar intereses contrapuestos. Por una parte, no molestar a Marruecos, a pesar del problemón que ha originado, y, por otra, intentar convencer a Aminatu Haidar que acepte alguna solución que deshaga el problema.
Pero Aminatu Haidar viene negándose a aceptar soluciones de compromiso. Ella es saharaui y lo que quiere es regresar a su tierra de donde la han expulsado arbitrariamente.
No quiere que le den la nacionalidad española, ni aceptar el estatuto de refugiada, sólo quiere regresar a casa.
Verán, yo creo que el Gobierno Zapatero, llevado por la «real politik» ha venido haciendo una política pro marroquí olvidándose del problema de los saharauis.
Supongo que por un exceso de pragmatismo, el presidente Zapatero ha creído que lo mejor para los intereses de España es haber adoptado esa política consciente de que el amigo marroquí es harto complicado y que en nada nos conviene un problema con nuestra frontera sur.
Esa es una política que levanta ronchas en sectores de su propio partido, que siempre ha manifestado su solidaridad con los saharauis.
Pero volviendo al caso Haider, las cosas están llegando a un límite en el que tampoco es justo seguir exigiendo al Gobierno español que arregle lo que simplemente no puede.
Porque el Gobierno viene trabajando para que Marruecos acepte el regreso de Aminatu Haidar pero el Gobierno marroquí se viene negando sin dar ninguna salida y, además, se hacen los ofendidos.
El Gobierno no ha tenido más remedio que recurrir a la ONU, donde al fin y al cabo está planteado el conflicto del Sahara sin que los señores diplomáticos de Naciones Unidas hayan conseguido en décadas encontrar una solución aceptable para todas las partes.
El problema es que Aminatu Haider está en huelga de hambre y dispuesta a morir, lo que naturalmente angustia al Gobierno español y a la sociedad española, pero no al Gobierno marroquí, lo que demuestra lo poco que le importa la salud de esta activista saharaui.
Si algo fatal sucede, la responsabilidad no será del Gobierno español, será exclusiva responsabilidad de Marruecos.
Y hago mía la reflexión del Premio Nóbel José Saramago, de que si Aminatu Haidar tenía un pasaporte marroquí no sería ningún desdoro que aceptara la oferta generosa de nuestro Gobierno que la ofrece un pasaporte español.
El Gobierno español ha podido actuar de manera discutible al principio de este problema, o al menos frente a la opinión pública, pero lo que ya no se le puede negar es que está haciendo lo imposible por encontrar una solución a un conflicto que no depende de su voluntad.
Esperemos que, por una vez, la ONU sirva para algo efectivo y consigan que Marruecos entre en razón. Lo que está en juego es la vida de una mujer cuyo único delito es ser una activista de los derechos humanos.