Las concesiones del presidente a sus aliados parlamentarios, comunistas e independentistas, no se quedan ahí
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La recesión económica que ha situado el déficit publico del Estado en niveles inquietantes, hasta el extremo de que la solvencia de España haya sido cuestionada por la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor’s y por el Banco Central Europeo, respaldando el informe, no frena el desparpajo y desahogo con el que Zapatero rechaza las críticas, apela a su optimismo inconsciente e incrementa el agujero del gasto tirando de chequera para comprar apoyos parlamentarios.
Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) ha retirado su veto a los Presupuestos del Estado de 2010 en el Senado a cambio de 20 millones de euros adicionales para Cataluña. Zapatero salva, de esta forma, sus PGE en la Cámara alta, tras pagarle a la formación independentista un peaje de 35.000 millones de pesetas.
Pero las concesiones del presidente a sus aliados parlamentarios, comunistas e independentistas, no se quedan ahí.
La cuestionada e impopular Ley del Aborto ha radicalizado aún mas sus postulados después de que ERC e IU hayan vendido sus apoyos al PSOE a cambio de que la sanidad pública, asfixiada por el gasto constante que ha encendido las alarmas sobre la viabilidad del sistema en las actuales condiciones, financie con 100 millones de euros los anticonceptivos de última generación, cuya prioridad sanitaria es más que cuestionable.
Desde que Zapatero está en la Moncloa asistimos al saqueo constante de las arcas del Estado por un partido independentista que reniega de España, lo que no deja de ser paradójico y provocador, junto a una minoría parlamentaria, cuyos integrantes caben en un taxi.
Pero nada de esto sería posible si al frente del Gobierno estuviera alguien que no fuera prisionero de sus dogmatismos ideológicos y, sobre todo, de sus intereses personales a corto plazo, con el único objetivo de seguir en el poder a toda costa. Quien así gobierna, ¿no está anteponiendo su interés particular y electoral al de todos los españoles?
NOTA.- esta columna fue publicada originalmente en La Gaceta.