Doctores. Así titula su columna de La Razón de hoy, martes 11 de mayo de 2010, el escritor, columnista y amigo personal de El Rey, Alfonso Ussía.
No es habitual que un Rey sea operado de un nódulo pulmonar. Y los españoles, tan aficionados al morbo y al chisme, se han convertido en médicos en veinticuatro horas.
Un taxista ha sido el primero en poner en duda el rigor profesional del cirujano que ha operado al Rey. «Lo del Rey, no tiene buena pinta», me ha dicho.
El camarero, también doctor en Medicina, me ha soltado su opinión, documentada por contactos familiares. «El Rey está fatal. Mi hermana, que trabaja en el ‘‘Severo Ochoa» me ha asegurado que un médico muy conocido le ha dicho que no hay nada que hacer».
No tengo perro, pero un paseante con can urgido, ha detenido mis pasos cuando llegaba a mi casa. Y lo ha hecho con una seguridad alarmante. «Me ha dicho mi mujer que el Rey está en coma. Y Elisa nunca se equivoca».
Una chica muy mona esperaba el ascensor. He compartido la cabina ascendente con ella cinco pisos. Al llegar a la quinta planta, la chica, doctora en Medicina, me ha hecho partícipe de su inquietud. «Me da pena que el Rey, que tiene tan buena pinta, se quede calvo».
Nada gusta tanto al español medio como una tragedia. Y una enfermedad grave del Rey, hoy por hoy, supondría una tragedia para sociedad tan enemistada como la española.
Le envío al Rey, desde estas líneas, mi deseo de una rápida recuperación, con cuarenta millones de doctores siguiéndola con lupa.
