El columnista de ABC, Hermann Tertsch, ataca la frivolidad de algunos compañeros de profesión que nunca ven 'tragedia y gravedad en la tragedia'

‘Nada se me presenta más repugnante como ese «no pasa nada» que tantos colegas periodistas propugnan’

'Hay momentos en los que ya la única reacción lógica ante el disparate tectónico es la fuga'

'Nada se me presenta más repugnante como ese «no pasa nada» que tantos colegas periodistas propugnan'
Hermann Tertsch. EP

Decir que la situación va bien produce las mismas náuseas que llevaron a la muerte a Roth y a Zweig.

El periodista Hermann Tertsch arremete en su columna de este jueves, en ABC, contra la hipocresía de algunos sectores mediáticos que, por propio interés, apoyan a Zapatero.

En el artículo, titulado Roth y Zweig, angustia ante la traición, Tertsch critica relación de algunos periodistas con la política actual. Compara la actitud de ‘no pasa nada’ con el trágico final de los escritores de principio del Siglo XX, Joseph Roth y Stefan Zweig. ‘Dos hombres tan diferentes que se mueren por no resistir a la chusma han sido siempre para mí ejemplos de vida.

Veremos cómo se desarrolla la gran tragedia nacional que comenzó entonces, allá en 2004, con nuestros muertos y no sabemos cómo concluirá después de nuestros años de miseria ideológica que nos ha llevado a la sentina de la pobreza europea.

Basura y más basura para distraer en los medios de control propio que son casi todos. 

Estamos en caída libre y la inmoralidad se dispara. No se equivoquen. Me refiero a la intelectual.

Fueron Roth y Zweig. Joseph Roth se murió de asco en su día. Fue en 1938. En París murió este austriaco que utilizó como método de suicidio bastante expeditivo la absenta. Fue un periodista y escritor como no los conocen los lamentables personajillos que circulan hoy con alardeado de periodistas. Un inmortal de la decencia y de la letra.

Stefan Zweig también murió de asco pero muy lejos de París. Ese gran hombre sensible, genial biógrafo y literato, se suicidó porque no quería ya vivir en ese nuevo mundo siniestro que se perfilaba en su patria. También murió de asco.

Dos hombres tan diferentes que se mueren por no resistir a la chusma han sido siempre para mí ejemplos de vida.

Nada se me presenta más repugnante como ese «no pasa nada» que tantos colegas periodistas propugnan.

Nadie me da más asco que esos periodistas y políticos que nunca ven tragedia y gravedad en la tragedia.

Frivolizar hoy con la miseria de millones de familias equivale a ignorar el destino de aquellas familias que desaparecieron en los años treinta y cuarenta.

Decir hoy que la situación va bien produce las mismas náuseas que llevaron a la muerte a Roth y a Zweig.

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