Las primeras oficiales del Ejército aspiran a empuñar pronto las armas

Las primeras oficiales del Ejército aspiran a empuñar pronto las armas
. Agencia EFE

Treinta y ocho mujeres han cumplido el sueño de entrar en la institución más poderosa de Pakistán, el Ejército, pero ahora las primeras mujeres oficiales de la Academia Militar aspiran a empuñar pronto las armas y defender al país en alguno de sus frentes.

Entre gritos de «Alá Hu» (Alá, sólo Él) de cientos de hombres cadetes, un grupo de 38 mujeres hace estiramientos, flexiones y otra serie de ejercicios con sus recién estrenados chándales, verde oscuro, de la enseña nacional a las afueras de la ciudad de Abbottabad, en el norte de Pakistán.

Son la séptima promoción de féminas que llega a la prestigiosa Academia Militar de Kakul, donde en torno a 200 se han graduado ya desde que el ex presidente y antiguo jefe del Ejército paquistaní Pervez Musharraf decidiese a finales de 2006 abrir a la mujer el cuerpo de oficiales. Y la motivación sigue creciendo.

«Está siendo una experiencia exitosa. El volumen de cadetes ha aumentado con el tiempo y también el número de solicitudes. Hemos pasado de cien (hace cuatro años) a 2.350 actualmente», explica a Efe el general Rahil Sharif, a cargo de este centro, creado décadas atrás por el Imperio Británico.

Desde el nacimiento del país, en 1947, las mujeres han formado parte del cuerpo médico de las Fuerzas Armadas, en el que hoy hay más de un millar, incluida una doctora general, pero la nueva generación de oficiales no sólo supera este ámbito e integra otros campos como las relaciones públicas, la enseñanza o servicios legales, sino que viene cargada de ambición.

«Llevará un tiempo, pero habrá un futuro en que las mujeres empuñen las armas. Las que llegan cada vez están más entusiasmadas y son inquisitivas, quieren información. En este sentido creo que hay posibilidad» de participar en operaciones, asegura a Efe la capitana Huma Khan, ataviada con un sari color caqui, el típico de oficial.

Uno de sus superiores, el coronel Nadim Rehmatulá, opina que esta eventual participación en combates dependerá únicamente de su «motivación» y «desarrollo de capacidad de liderazgo», unos factores -dice- que está observando en las primeras tandas de oficiales que salen de Kakul.

No obstante, Rehmatulá expone que este paso aún es complicado porque todavía hay una brecha en las marcas en los entrenamientos de las mujeres respecto a los hombres, algo debido en parte a la trayectoria que unos y otras siguen para acceder a la academia.

Mientras que los varones ingresan en Kakul con unos 18-20 años para iniciar una carrera de cuatro semestres, que incluye formación física, educación y doctrina militar, las féminas lo hacen hacia los 24 años, una vez completados sus estudios universitarios, y su estancia en el centro se limita a seis meses, en los cuales se pone «énfasis» en el entrenamiento físico.

«Nuestras mujeres tienen una cultura distinta. No suelen nadar o ir en vaqueros como se hace en Occidente. Durante años apenas hacen deporte (en la universidad) y su condición se va deteriorando. Hay una brecha», dice a Efe Rehmatulá, citando como ejemplo las marcas de velocidad para una milla, con un tiempo de 9’30 ellas y 6 minutos ellos.»

Pero el jefe actual del Ejército, Ashfaq Pervez Kiyani, «tiene una visión» para las mujeres dentro del cuerpo militar, según Rehmatulá, que agrega que están consideradas clave para asuntos como la digitalización y asuntos informáticos.

De hecho, la rama de investigación y análisis de fuentes de inteligencia del departamento de relaciones públicas (conocido como ISPR), en el cuartel general de la ciudad de Rawalpindi, cuenta ya entre sus filas con nueve mujeres de un total de 20 trabajadores.

«Solamente poder haber entrado (en la academia militar) ya es una experiencia que no podemos olvidar. Es una fuente de inspiración y no tenemos ninguna limitación», subraya Fozia Parveen.

Parveen augura que muchas de las recién graduadas, que hoy como ella son capitanas, un día ascenderán de rango y quizás llegarán a general, pues «hay precedentes».

Además de la academia para el Ejército de Tierra, en la última década han abierto sus puertas a las mujeres paquistaníes tanto la Marina, con más de un centenar de oficiales, como las Fuerzas Aéreas, en cuyas filas hay cerca de una docena de pilotos de combate graduadas, pero que todavía no toman parte en operaciones militares.

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