Los estrategas del PP, según han reconocido estos, sabían que Zapatero haría una réplica basada en algunos argumentos ya utilizados
La sensación predominante en el PP tras el cara a cara entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en el debate sobre el estado de la nación ha sido la de la «satisfacción», ya que frente a un presidente del Gobierno «crispado», el líder de los populares ha sabido mantenerse en calma y centrado.
Éste es el comentario más frecuente de los diputados y dirigentes del Partido Popular al término de ese duelo, el quinto entre ambos en los debates sobre el estado de la nación. A diferencia de ocasiones anteriores, cuando Rajoy por regla general se mostraba más hábil en la réplica que en la intervención inicial, hoy ha sucedido lo contrario, en opinión de las fuentes consultadas en los pasillos del Congreso.
El líder del PP ha logrado plasmar en su primer discurso las ideas fundamentales sobre las que lo había construido. Por un lado, de acuerdo con las afirmaciones de los dirigentes populares, Zapatero ya no despierta ninguna confianza porque, además de una gestión muy criticable, ha renunciado a su programa y a sus principios políticos en medidas como la congelación de las pensiones o la reducción salarial de los funcionarios, incluso en la reforma laboral.
Por esa razón, opina, Zapatero no puede seguir gobernando y debe disolver el Parlamento y convocar elecciones. Ha sido la primera vez que en público Rajoy ha pedido convocatoria electoral al jefe del Gobierno, pues hasta hoy esa misión siempre corría a cargo de dirigentes como María Dolores De Cospedal, Javier Arenas o Esteban González Pons.
Los estrategas del PP, según han reconocido estos, sabían que Zapatero haría una réplica basada en algunos argumentos ya utilizados, como que «no arrima el hombro», «no ofrece una alternativa», «se deja llevar sólo por electoralismo» y «únicamente descalifica» al jefe del Ejecutivo.
El propio Rajoy, recuerdan, lo ha manifestado en su primera intervención: ha adelantado que Zapatero recurriría a esos «latiguillos». Pese a las «duras críticas» y a las «provocaciones» del presidente, el líder de los populares «ha evitado entrar en el cuerpo a cuerpo», pues él mismo quería aparecer como un mandatario «calmado» y «centrado» antes que «enrabietado».
Rajoy, a juicio de las fuentes, ha logrado esa imagen y ha reforzado el contraste con un Zapatero «crispado» y «enfadado». Además, ha sabido dejar claro que a él le preocupan los problemas de los ciudadanos y salir de la crisis, no entrar de lleno en «batallas dialécticas», sentencian los dirigentes y parlamentarios consultados.
Algunos integrantes de la dirección del grupo popular han expresado su malestar por la actitud de la bancada socialista durante las intervenciones del líder del partido, pues se han podido escuchar, dicen, insultos «muy graves».