Las detenciones e identificaciones por parte de la Policía Nacional han descendido un 80 por ciento desde que entró en vigor el Real Decreto Ley aprobado por el Gobierno que incluía la reducción salarial de los funcionarios, lo que para la Unión Federal de Policía (UFP) «es una prueba evidente del descontento general y la falta de motivación que vive este colectivo».
La UFP ha recordado en un comunicado que esta bajada de sueldo se suma a la pérdida de poder adquisitivo del 35 por ciento que ha sufrido este colectivo en los últimos 15 años.
Además, la eliminación por parte del Ministerio del Interior de las horas extraordinarias que los policías realizaban los fines de semana para incrementar la seguridad ciudadana, especialmente en zonas de ocio, y que podría paliar en parte esa pérdida de poder adquisitivo, «ha provocado tanto una disminución notable de la presencia policial como una inferior capacidad de respuesta», ha señalado el sindicato.
PRESIONES DE LOS MANDOS
UFP ha criticado que «la reacción» ante esta situación de los manos policiales de la Jefatura Superior de Policía de Baleares, encabezados por el jefe superior, Bartolomé Campaner, «ha sido la de presionar a los funcionarios con agresivas y constantes amenazas de destituirlos de sus actuales puestos de trabajo y mandarlos a las mazmorras (servicio de calabozos)».
El sindicato ha añadido que también se está presionando a la policía con «la paralización en la tramitación de cualquier felicitación pública si no aumentan el número de detenciones e identificaciones». Asimismo, ha apuntado que también se les insta a realizar «identificaciones masivas de inmigrantes, cuya irregularidad conlleva en ocasiones, además de la detención por estancia ilegal, su expulsión de España».
Esta actitud de los mandos policiales ha provocado, según el sindicato, «que aumente más si cabe el malestar de los policías, que lejos de sentirse valorados en su quehacer diario de servicio a los ciudadanos, con riesgo muchas veces de su propia vida, ven que la principal preocupación de sus jefes es que los objetivos se cumplan, sin importarles lo más mínimo la situación personal y anímica de sus subordinados, lo que ha provocado que muchos de estos funcionarios, acosados por la presión y las amenazas, se estén planteando buscar otro destino en la Península».
