No deja de tener su gracia que el PSC, después de la deriva nacionalista de esta legislatura, pretenda jugar ahora en la campaña la carta españolista
Zapatero inicia el curso político en situación más débil que nunca desde que es presidente. La continuidad de su Gobierno depende del PNV, a cuyas exigencias debe plegarse si quiere aprobar los Presupuestos, al mismo tiempo que aumenta la contestación interna de su liderazgo debido a que el PSOE tiene miedo a encadenar una serie de derrotas electorales, primero en Cataluña, después en las autonómicas y municipales, y finalmente en las generales.
La realidad de Zapatero es tan apurada, que la necesidad de detener la hemorragia de votos le forzará a hacer una crisis de Gobierno.
El pistoletazo de salida para este cambio lo dará hoy mismo la agrupación socialista de Hospitalet, al proponer a Celestino Corbacho para las listas del Parlamento catalán.
El ministro de Trabajo será el número tres de Montilla, por lo que tendrá que dejar el Gobierno.
La inclusión del ministro de Trabajo en la candidatura de Montilla se revela ahora como una de las causas del retraso en convocar las elecciones catalanas.
Puesto que la continuidad de Trinidad Jiménez depende del resultado de las primarias que se celebrarán el 3 de octubre, Zapatero esperará hasta esa fecha para previsiblemente hacer una crisis más amplia, lo que por otro lado era una necesidad incuestionable desde hace meses, debido a la extrema debilidad que su equipo de Gobierno ha evidenciado en el último año.