Pero lo terrible no son las alfombras rojas que el dadivoso Zapatero ha puesto ya a los etarras, sino las monedas de cambio que se barajan ahora
El atípico y anunciado alto el fuego anunciado ayer por ETA deja dos evidencias, a cual más inquietante: que la banda terrorista sólo sabe matar y que el Gobierno no hace otra cosa que ceder y negociar. Demuestra lo primero el carácter ambiguo del comunicado difundido por la BBC, en el que buscan una «solución democrática», pero sin renunciar ni a sus impresentables objetivos (la independencia del País Vasco) ni tampoco a sus métodos violentos (sus apelaciones a la «lucha» o la «confrontación»).
La espada de Damocles sigue pendiendo, porque no estamos ni ante una entrega de las armas ni ante un cese de las labores de aprovisionamiento -robo de munición y reclutamiento de militantes-, de la violencia callejera o del cobro de la extorsión empresarial. Digamos que ETA hace un parón táctico y deja de apuntar con su arma a los ciudadanos, pero no ha soltado el dedo del gatillo. Se reserva el cartucho como instrumento de presión, hasta ver si consigue réditos políticos con su negociación. Porque eso es justamente lo que deja entrever el comunicado terrorista. Que el Gobierno está al otro lado, intercambiando cromos.
INFUMABLE TEXTO
Lo que nos sorprende del infumable texto no es la banda, que, genio y figura, sigue en sus trece, con un lenguaje entre chulesco y chistosamente lírico que parece copiado de Al Capone, sino lo que el comunicado refleja de los apaños a los que ya se está prestando el Gobierno. Casi todo está escandalosamente pactado. Así, resulta sintomático que ETA haga saber ahora que «hace algunos meses» decidió suspender las acciones armadas. Justamente el tiempo que viene negociando con sus interlocutores, como ha venido informando puntualmente La Gaceta.
Es decir, no mataba porque estaba sentada a la mesa con los mediadores del Ejecutivo. O que los delincuentes deslicen en el texto algunas de las peticiones que están en la mesa de negociación, aunque sean tan delirantes como un referéndum de autodeterminación («Resulta necesario fijar el proceso para dar la Palabra al Pueblo», llega a decir). Y casi todo está pactado, porque el Gobierno, a través de sus mediadores, nunca ha roto del todo los hilos de una negociación, incluso después de la ruptura de la tregua-trampa de 2006.
Así lo sugiere la acumulación de evidencias: desde la sospechosa alergia a investigar el chivatazo del bar Faisán, o a detener al perfectamente localizado Josu Ternera, hasta la excarcelación de un personaje clave en la vía política, como Díaz Usabiaga. En la nueva fase de negociación, marcada por la presión de los proetarras por volver al poder político a través de las urnas, se han multiplicado las pruebas del ten con ten: desde la mediación del sudafricano Brian Currin o el acercamiento de presos etarras a penales del País Vasco, hasta la retirada de los escoltas de medio centenar de personas en el País Vasco, en la inminencia del «alto el fuego». Que casi todo estaba escandalosamente amañado lo demuestra, de forma impúdica, el calendario.
LO ADVIRTIÓ MAYOR OREJA
A lo largo de la semana pasada la Policía comunicó a los amenazados por ETA que se quedaban sin escoltas el lunes 6 de septiembre, es decir 24 horas después del alto el fuego. Y también para hoy lunes 6 de septiembre estaba prevista una comparecencia del ministro Rubalcaba para ser entrevistado en Los desayunos de TVE. ¿Alguien cree que es mera causalidad que el propio ministro hubiera solicitado esa entrevista la semana pasada? ¿Alguien seguirá tildando de iluminado a Jaime Mayor Oreja cuando dice que «el anuncio de ETA no se entiende sin la participación del Gobierno»?
Pero lo terrible no son las alfombras rojas que el dadivoso Zapatero ha puesto ya a los etarras, sino las monedas de cambio que se barajan ahora y que están en el trasfondo del comunicado. No nos engañemos, el objetivo táctico de ETA es llegar a las instituciones políticas, en las elecciones municipales de mayo, a fin de conseguir financiación para sus depauperadas arcas. Y paralelamente, rearmarse.
Y reinsertar a los presos en la sociedad. Tiene problemas de caja y precisa de fondos. Lo malo es que la Justicia española le ha proporcionado estúpidamente una posible solución a la que los asesinos van a aferrarse en esta negociación: las indemnizaciones del caso Egunkaria. En abril pasado, el juez Gómez Bermúdez absolvió a los acusados del diario Egunkaria, que podrían pedir al Estado una indemnización de 60 millones de euros.
Si ETA tiene problemas de caja, Zapatero tiene problemas de votos. El Gobierno precisa de un balón de oxígeno que contrarreste la penosa deriva de la economía. En este sentido, tampoco parece casual que el comunicado de ETA, un texto de criminales, no un texto político se produzca justo en el arranque del curso más difícil de la carrera de Zapatero, y que haya servido para neutralizar el demoledor efecto de un Rodiezmo sin la presencia del líder.
A juzgar por su trayectoria, cualquiera puede imaginar que el presidente de la tregua-trampa será capaz de venderlo todo por mantenerse en el poder y pasar a la Historia como el político que logró la paz en el País Vasco. Está por ver. Aunque los revientanucas quieran cambiar el zulo por el coche tintado de concejal, no renuncian a sus objetivos secesionistas y volverán al tiro y la bomba si el Gobierno no se pliega a su lista de peticiones.
De hecho, el comunicado dice bien clarito que ETA tomó la decisión de no atentar, pero deja la indefinición más inquietante cuando volverá a hacerlo. Razón de más para que el PP mire con lupa al Gobierno y exija que no ceda ante los terroristas. La economía es sin duda importante, pero el primer partido de la oposición debería dar un giro a su estrategia para recordarle a Zapatero que sería una ignominia poner de rodillas al Estado de derecho frente a una banda de asesinos. Y una nueva afrenta a las víctimas.
Editorial de La Gaceta.