Durante un tiempo los intocables de la India eran unos parias al lado de Garzón
«Se recordaba demasiado bien aquel pasado sucio que se decidió echarlo en el olvido». Palabras del historiador Santos Juliá que resumen la decisión tomada durante la Transición con la Ley de Amnistía de 1977. Sin embargo, como subraya Joaquín Leguina en su nuevo ensayo, los «franquistas sobrevenidos» no han sabido entender en el siglo XXI lo imprescindible de aquel paso.
Para este político socialista, el fruto de aquello ha sido la llamada comúnmente Ley de Memoria Histórica que, lejos de sencillamente permitir que se enterrara dignamente a las personas, ha sido «utilizada con ánimo revanchista contra gente que lleva enterrada muchos años».
Joaquín Leguina, en esta entrevista con Periodista Digital donde presentó «El duelo y la revancha» (Esfera de los libros), explica que a su juicio el origen de esta política reside en
«La frustración de una parte de la izquierda que considera que echar al olvido significó perdonar demasiado pronto a la otra parte. Gente que no han hecho la Transición o que no se sabe qué hicieron contra Franco durante los años de dictadura».
Los que, como expresa el autor, se «han puesto la botas con este tema» encontraron, además, un apoyo «lamentable»: la entrada del juez Garzón en este debate.
«El juez Garzón es el perejil de todas las salsas y está dispuesto a escribir la Historia a golpe de sentencias judiciales. La Historia no la pueden escribir los jueces».
El que fuera presidente socialista de la Comunidad de Madrid durante 12 años apela al valor para que lo políticamente correcto no impere sobre los que él denomina la construcción de un Estado más sensato.
«Se necesita valor para pararle los pies a esta gente. No pueden ser líderes de la juventud personas como Garzón. Pero los que piensan de otra manera no se atreven a salir.»
«Si queremos contribuir a una España más sensata hay que desplazar a los antifranquistas sobrevenidos. Se les desplaza discutiendo con ellos. No aguantan una discusión. (…) Con este libro no he recibido ninguna crítica negativa, todo han sido insultos. A la carencia de argumentos usan el sectarismo del insulto».