Si la decisión que toma es de no presentarse, en pura lógica, no tenía sentido un Vistalegre
Todas las hipótesis sobre el futuro político de José Luis Rodríguez Zapatero se han abierto de nuevo, tras la soprendente y chapucera decisión del comité electoral del PSOE, suoendiendo el gran acto de inicio de la campaña de las elecciones municipales y autonómicas convocado para el 3 de abril, que iba a protagonizar el presidente del Gobierno.
Los barones territoriales, regionales y provinciales recibieron la noche de este 8 de marzo de 2011 un escrito en el que se les anunciaba la anulación, ya que se iba a «reprogramar» toda la campaña.
El acto, en el palacio Vistalegre (Madrid), estaba previsto hace no menos de tres meses, y con independencia de que Zapatero decidiera hacer poca o mucha campaña, esta intervención, con todos los candidatos autonómicos y una buena representación de aspirantes a alcaldes, era algo más que un mitin, según la tradición socialista.
Desde la dirección del PSOE no se ofrecieron anoche muchas explicaciones en la carta, salvo la alusión a la «reprogramación» de la campaña.
TODO UN SÍNTOMA
La decisión es todo un síntoma de la situación por la que pasa el PSOE y las explicaciones dadas hasta ahora son poco convincentes.
Ni la situación económica del partido, ni la reprogramación de la campaña, ni la idea de querer centrar los comicios sólo en el ámbito municipal y autonómico son explicaciones convincentes.
Puede que el PSOE sepa que no tiene fuerzas para llenar Vistalegre -por muchos tópicos que haya con lo del autobús y el bocadillo, no es fácil mover a la gente cuando los ánimos están muy bajos-, puede que los barones se hayan opuesto al acto y haya tenido que ceder la dirección federal; puede que sea una decisión estratégica, aunque sea difícil de entender.
Pero todo apunta a que la razón final se esconde en Zapatero. Sea el 26 de marzo, o el 2 de abril, habrá un Comité Federal donde ya parece difícil que el líder del PSOE no desvele su futuro o que, como poco, no haya una exigencia unánime de los barones para que lo haga.
Si la decisión que toma es de no presentarse, en pura lógica, no tenía sentido un Vistalegre.
Ahí puede estar la clave: el fin del espíritu de Vistalegre sólo apunta al final de Zapatero.